domingo, mayo 15, 2011

Controversias Pinglistas

Controversias Pinglistas

En el mes que se celebra el nacimiento de Felipe Pinglo, quien nació el 18 de julio de 1899 en los Barrios Altos, se recuerda al bardo inmortal por las maravillosas composiciones que nos dejó y que enriquecieron el cancionero popular. Pero, también viene a la memoria ciertas controversias que se han dado a través de los años con respecto a algunas de las composiciones que le pertenecen o que, sin pertenecerle, le fueron atribuídas por otros.

Del Maestro Pinglo se ha hablado muy bien, engrandeciéndolo como se lo merece, pero también se habló mal de él ya que no faltaron los que lo calificaron de plagiario, sin tener pruebas suficientes para calificarlo de dicha manera. Pienso que está en nosotros el buscar la verdad sobre ciertas composiciones sobre las que pueda haber controversia, buscando pruebas escritas porque estoy seguro que debe haberlas en algún lugar, donde aún no se ha buscado e investigado, o quizá no se le dio la importanca debida.

En los últimos tiempos, han aparecido nuevos trabajos que aplicando otros métodos de investigación, y los recursos que aporta la tecnología, han profundizado más en estudios hechos hace muchos años, aclarando algunos conceptos que estaban equivocados o sobre los que había cierta duda o se conocía casi nada. Apoyemos dichos trabajos que nos van aclarando la historia de nuestra música popular.

Amalia o Amelia

Felipe Pinglo compone su primera canción en 1917, el hermoso vals "Amelia", cuya musa nunca pudo ser identificada, pero se cuenta que fue una muchacha de su barrio y el primer amor de Pinglo. Este vals ha sido interpretado y grabado por muchos Pinglistas.

Por otro lado, a través de los años se ha hablado mucho de otro vals de nombre similar, "Amalia" o "Amelia", contándose que pertenece la letra a Pinglo y la música a Nicolás Wetzell. Sin embargo, a pesar de haber sido nombrado por dos de sus biógrafos, muy reconocidos como historiadores de la canción criolla, nadie lo ha escuchado y ello ha creado la duda sobre el mismo, sobre si existió o no.

Acompañando un álbum de discos editado por la disquera "Virrey", en 1966, Ricardo Miranda Tarrillo escribió una biografía de Felipe Pinglo Alva y en la misma señala lo siguiente: "Aquel mismo 1926, Felipe accede al pedido de su amigo el laudista Nicolás Wetzell, y escribe los versos para la música del vals 'Amalia' dedicado por Wetzell a su madre."

Años más tarde, Ricardo Miranda Tarrillo, en su libro "Música criolla del Perú, Lima 1989, vuelve a repetir lo dicho en 1966, pero añadiendo algo más: "El primer vals que compuso Wetzell en 1926 estuvo dedicado a su madre, Amalia. La letra la puso Pinglo. No es conocido porque su ejecución demanda concentración y estudio, debido a las complicadas variantes de su línea melódica."

Aurelio Collantes manifiesta lo mismo en su libro "Pinglo Inmortal", Lima 1977, añadiendo que fue en el "Callejón del Fondo" adonde Nicolás Wetzell acudió en busca de Pinglo para que le escribiera unos versos para su vals "Amelia", dedicado a su señora madre. "Esta pieza no es conocida por lo complicada de su ejecución", señala Collantes.

Nicolás Wetzell daría su versión de los hechos en una entrevista que le hizo el periodista Raúl Vento, publicada en el suplemento VSD de La República, el 1 de abril de 1983. Wetzell cuenta: "Yo tenía una composición 'Amalia' dedicada a mi madre. Por ese tiempo todavía no musicalizaba. Felipe se enteró de 'Amalia' y me dijo que él iba a poner la música. Pero ya estaba enfermo. Siempre me decía: 'toca Amalia', 'toca Amalia'. En una de mis visitas al hospital Dos de Mayo lo encontré en el patio. Estaba en una silla de ruedas. 'Nicolás', me llamó enfebrecido, '¿Y Amalia?. Dame la letra', para calmarlo le recité la letra. El hacía apuntes en un cuaderno y tarareaba una música. 'Felipe, lo harás cuando te repongas. Ahora descansa', le dije al ver su esfuerzo. 'No', me respondió, 'sigue'. Pero no seguí más. Se lo llevaron. Fue el último día que lo vi. Esa noche murió".

"¿Y qué pasó con 'Amalia', don Nicolás?", le preguntó Raúl Vento. "Lo guardé, lo dejé igual. Fue mi homenaje a Felipe", respondió Nicolás Wetzell.

Felipe Pinglo murió el 13 de mayo de 1936 en su casa de la calle Penitencia, en los Barrios Altos. Con lo que contaría Nicolás Wetzell a La República, se comprueba que el vals "Amalia", que también lo han llamado "Amelia", si existió, aunque la letra le pertenecía a Wetzell y Pinglo le estuvo poniendo la música. Pero Wetzell no lo dio a conocer, guardándolo como si fuese un tesoro, ya que le recordaba al amigo que partió de este mundo a temprana edad. Wetzell se llevó la composición dedicada a su madre a su tumba.

Bouquet y Aurelio Collantes

En el LP Bodas de Oro de la Música Peruana, Vol. III, editado por FTA (Fabricantes Técnicos Asociados S.A.) a fines de los 60, Aurelio Collantes escribe en la portada posterior una breve introducción a los temas o compositores que allí se presentan, señalando lo siguiente: "(...) a Felipe Pinglo le atribuyen canciones que él nunca dijo que eran de él, sino que las interpretaba, tal es el caso del vals 'Bouquet', que firma el argentino Flores Cayo, según pieza musical del año 1938."

En su "Documental de la Canción Criolla", Lima 1972, Aurelio Collantes vuelve a repetir lo mismo sobre el vals Bouquet: "Referente al vals argentino 'Bouquet' que se le atribuye al preciado compositor, sabemos que el trío 'Mastra' se lo enseñó, cuando estuvo en Lima, allá por 1932 y que el verdadero autor es el compositor platense Armando E. Soto Cayo, creador también del vals 'Adiós-Adiós' que equivocadamente damos por nacional. Este documento consta en la pieza editada por Carlos Maldonado en 1938."

Cabe mencionar que Collantes basó sus afirmaciones guiándose en partituras publicadas por la casa Editorial de Carlos Maldonado, a fines de los 30, en las cuales aparecía el nombre de Armando Soto Cayo. Sin embargo, no reparó en que Soto Cayo había escrito solamente las partituras de dichas canciones, mas no era el autor de las mismas.

Del mismo modo, con el vals "Adiós, adiós" Collantes se equivocó ya que Elías Ascuez Villanueva, en el semanario Cascabel del 1 de febrero de 1936, ya había denunciado lo siguiente: "Los argentinos han robado muchas canciones nacionales - Así, 'Adiós, adiós, mis ojos ya no vuelven' y 'Si dos con el alma', han sido convertidos en tangos". El vals que Elías Ascuez se refirió inicialmente es "Adiós, adiós", que fue grabado por las Hermanas Gastelú, en Lima, el 5 de setiembre de 1913 (Disco Victor 67009 - Lado A), apareciendo dicha grabación en el Catálogo de Discos Victor de 1915-1916.

Con respecto al vals Bouquet, dicha afirmación de Collantes, sobre el vals aquel, generó muchos comentarios adversos entre los que conocían la vida y obra del Maestro Pinglo y, ante la contundencia de pruebas al respecto, Collantes tuvo que rectificarse, haciéndolo en su libro "Pinglo Inmortal", Lima 1977, donde, refiriéndose a Bouquet menciona: "Inexplicablemente la Editorial de Carlos Maldonado del Pasaje Carmen, hoy Correo, publicó en 1938 una pieza para piano, firmada por Armando Soto Cayo, autor también del valse 'Adiós-Adiós'."

Collantes rectificó su error con Bouquet, pero insistió en equivocarse con "Adiós, adiós".

Al respecto, el historiador Manuel Zanutelli, en "Felipe Pinglo... a un siglo de distancia", Lima 1999, señala que Bouquet se publicó en la edición No. 96 de "La Lira Limeña", de 1931, sin nombre de autor. Pero en el No. 118 de dicho cancionero, añade Zanutelli, Bouquet tiene las iniciales F.P.A., con una línea explicativa advirtiendo que fue corregido por su autor.

El Expósito

Sobre dicho vals he contado anteriormente, en conversación o intercambio de pareceres con amigos. El vals "El Expósito", de Pedro Espinel, algunos se lo adjudican a Felipe Pinglo, habiendo, incluso, el hijo de Pinglo declarado en una entrevista de hace un poco más de 20 años, cuando todavía estaba vivo, de que ese vals era de su padre (publicada en "Antología de la Música Peruana" de Jorge Donayre y Lorenzo Villanueva, Lima 1987). El hijo de Pinglo se basaba en que su padre nunca conoció el amor de madre y que sus tías le recordaban lo que dijo ella antes de morir de sobreparto: "Ay hijo, cuanto me cuestas". Pero, esa suposición no la considero seria ni tampoco una prueba puesto que no mostró nada escrito que sustentara lo que decía.

Un documento que refuerza la autoría de Espinel con el vals "El Expósito" es la publicación del mismo en la edición No. 1169 de "El Cancionero de Lima", de octubre de 1937. La publicación aquella tiene el siguiente comentario: "Gran Vals Nacional. Otro éxito de Pedro Espinel el autor de 'Fin de Bohemio' cantado con éxito por el trío peruano Costa-Monteverde-Odría por Puchito del Conj. 'Los Bonaerenses' y por Salvador Oda. Cortesía de Elías Castro D." (Cabe señalar que Elías Castro hizo llegar a "El Cancionero de Lima" la letra de varias de las composiciones de Pedro Espinel. Castro era integrante del conjunto chorrillano Santa Rita).

Es a partir de esa edición de "El Cancionero de Lima" que "El Expósito" empieza a publicarse, apareciendo de nuevo en las ediciones posteriores. Parece que Espinel lo acababa de crear, tal vez en setiembre de 1937, ya que en las ediciones anteriores del mencionado cancionero no aparece el vals aquel. Tampoco se le nombra en la edición No. 1136 de febrero de 1937, donde aparece la foto de Pedro Espinel en la portada, señalándose varias de las composiciones que le pertenecen, pero no nombran "El Expósito", porque todavía no lo había compuesto.

En una de mis visitas a Lima, buscando entre periódicos antiguos, pude encontrar la entrevista que le hizo "La Prensa" a Pedro Espinel el 21 de junio de 1938, a dos años de la muerte de Pinglo. El artículo lleva como título "La Música Criolla Nacional se halla en una situación de auge alentador", página 5 de la edición antes mencionada. Espinel dice: "A partir de 'Fin de Bohemio' he tenido otros éxitos con 'El Expósito', vals; 'Bom Bom Coronado', polca; 'Dos reliquias', vals; 'Celos míos', vals; y muchísimas otras creaciones que sería largo enumerar, que los editores han ido dando a conocer al público en forma casi periódica y que, desde la radio, los intérpretes vienen propalando continuamente, pero sin que ello signifique para mí, aparte del mero aplauso y del cariño, poco o nada desde el punto de vista económico."

Muy sabido es la gran amistad y respeto que Pedro Espinel sentía por el Maestro Pinglo, por lo que pienso que no se hubiese adjudicado la autoría de una canción que no le pertenecía y, por sus declaraciones ante La Prensa, se desprende, y comprueba una vez más, que "El Expósito" le pertenece al gran Pedro Espinel.

Fe verdadera, La fe verdadera o Con la fe verdadera

Este vals viene dando vueltas por mi mente desde hace algunos años. Y es que se lo atribuyen a Felipe Pinglo en forma equivocada, es lo que pienso. Me parece que quien crea la confusión es Julio Jaramillo, cuando lo graba y señala, en la grabación aquella, a Felipe Pinglo como autor de dicho vals. Sin embargo, ninguno de los que han estudiado profundamente la vida y obra de Felipe Pinglo lo ha señalado como un vals del Maestro.

Fe verdadera, llamado antiguamente "La fe verdadera" o conocido también como "Con la fe verdadera", es un vals de la Guardia Vieja. El historiador Manuel Zanutelli, refiriéndose a valses anónimos que se escucharon durante los inicios del siglo XX, de la época llamada como la Guardia Vieja, que fueron publicados en "El Cancionero de Lima" por esos años, menciona, entre otros, el vals "La fe verdadera" (Con la fe verdadera del alma noble y pura...).

He encontrado "La fe verdadera" publicada en cancioneros de fines de los 30 e inicios de los 40 y en todos ellos figura como vals de la Guardia Vieja. Por ejemplo, en la edición No. 1381 de "El Cancionero de Lima", de setiembre de 1941, se menciona lo siguiente: "La Fe Verdadera. Antiguo vals criollo de gran éxito". Parece que alguien revivió dicho vals a fines de los 30 ya que lo he visto publicado en ediciones de esos años tanto de "El Cancionero de Lima", como "Alta Voz" y "El Cancionero Porteño"... mencionándose que es de la Guardia Vieja.

Julio Jaramillo nació en 1935 y empezó a grabar en los 50. Cuando graba "Fe verdadera" ya habían pasado muchos años de la muerte de Pinglo y se habían hecho algunos estudios sobre su obra... pero no se mencionaba dicho vals como de Pinglo.

¿Cómo fue que se le ocurrió a Julio Jaramillo pensar que ese vals era de Pinglo? no lo sé, pero si sé muy bien que ninguno de los que han estudiado seriamente al Maestro Felipe Pinglo ha mencionado que ese vals le pertenezca... al menos, no he encontrado ninguna referencia escrita al respecto, que así lo demuestre.

Hermelinda

Otro caso de un vals que nadie ha escuchado es el de "Hermelinda", el último vals que compuso Felipe Pinglo, pocos días antes de morir. La duda, o confusión, se origina porque se cuenta que dicho vals fue dedicado por Pinglo a su esposa, pero en la letra que se conoce del vals de ese nombre se habla de la traición de una mujer, lo cual no tiene sentido porque se supone que era un homenaje a su esposa.

Lo que sucede es que el vals "Hermelinda" que se conoce, el que habla del engaño, fue compuesto por Pinglo cuando acababa de cumplir 20 años y como todo poeta y romántico volcó a versos el desengaño amoroso que tal vez experimentó en su juventud. Según Aurelio Collantes, ese vals "Hermelinda" fue compuesto por Pinglo el 6 de agosto de 1919. La letra, en parte, dice: "Yo he reflexionado en el silencio de una noche / acerca del amor de una mujer / al cabo ha gemido mi corazoncito / al ver la felonía de una ingrata infiel..."

Por esas cosas curiosas de la vida, unos años después, Pinglo conoce a otra mujer de nombre Hermelinda. Se trataba de Hermelinda Rivera, con quien se casa. Juan Rasilla Moreno señaló en el diario La Crónica del 31 de mayo de 1945 de que la esposa de Pinglo, Hermelinda Rivera, le contó que el Maestro, unos días antes de morir, le dijo: "Alcánzame mi cuaderno y un lápiz. Voy a escribir para ti mi última canción. Ella llevará tu nombre y si yo muero, que le pongan la música Vilela o Espinel". Rasilla añade: "Y con una facilidad que sorprendió a los presentes, escribió la letra del vals que sería su póstuma composición: Hermelinda."

Hermelinda Rivera no quiso dar a conocer aquella última composición de Felipe Pinglo; la guardó como el más grande tesoro de su vida. Es así que este vals, también de nombre "Hermelinda", como el que compuso a la edad de 20 años, corrió la misma suerte que el vals "Amalia" o "Amelia" de Nicolás Wetzell, nunca nadie lo escuchó; pero si existió y la misma esposa de Pinglo, Hermelinda Rivera, le contó la historia del mismo a Juan Rasilla Moreno.

Otras controversias

Se ha hablado que "El ruiseñor" no le pertenece a Pinglo, pero hay pinglistas que sostienen que dicho vals sí le pertenece al Maestro. Por ejemplo, Héctor Petrovich Agüero lo señala en su lista de composiciones de Pinglo, que fue reproducida por Willy Pinto Gamboa en su libro "Felipe Pinglo", Lima 1994. El historiador Manuel Zanutelli también lo señala como un vals de Pinglo y también lo he visto publicado en cancioneros de los 30 con el nombre de Pinglo como su autor (El Cancionero de Lima No. 1149, de mayo de 1937).

A inicios de los 40, en los cancioneros que se vendían en Lima se publicaba el vals "Herminia" señalando a Pinglo como su autor. Lo he visto publicado varias veces de esa manera. Juan Rasilla Moreno lo nombra en 1945 como una de las composiciones de Felipe Pinglo (La Crónica del 31 de mayo de 1945). Zanutelli también lo señala como un vals de Pinglo. Y es que el vals aquel apareció publicado en varias ediciones de "El Cancionero de Lima", que no podía pasar desapercibido. El cancionero "Alta Voz" también lo empezó a publicar con el nombre de Pinglo como su autor. Sin embargo, una carta que fue enviada al cancionero "Alta Voz", firmada por Roque Plaza, sostenía que el vals "Herminia" le pertenecía al compositor barrioaltino de la Guardia Vieja, Guillermo Suárez.

Hay dos detalles que debo mencionar. El primero es que Guillermo Suárez falleció a temprana edad en 1922 y se le atribuye el vals "La Cabaña", que también se lo atribuyen a Alejandro Sáez, siendo la autoría de Sáez la que más ha prevalecido. El otro detalle es que hace poco, respondiendo a un comentario sobre algo que había escrito, conté que en "El Cancionero de Lima" No. 1265, Agosto 1939, se publicó el vals "Ultimo Ruego" figurando entre paréntesis "Odiame" y el siguiente comentario: "Vals criollo. Letra y música de Roque Plaza, su verdadero autor". La letra publicada es del soneto "Ultimo Ruego" de Federico Barreto, publicado en la revista Actualidades el 21 de setiembre de 1903. Como se conoce muy bien, parte de la letra del vals "Odiame" de Rafael Otero fue tomado del soneto "Ultimo Ruego" de Federico Barreto, pero lo que, pienso, se ignoraba es que años antes, en 1939 (cuando Otero acababa de cumplir 18 años), alguien más ya le había puesto música de vals al soneto de Barreto. La foto mostrando dicha publicación la compartí en aquella oportunidad.

Volviendo a "Herminia", Roque Plaza, al parecer un criollo de la Guardia Vieja, señala en su carta de que fue muy amigo del ya finado Guillermo Suárez y que el vals en discusión ya tenía como 30 años (se habría compuesto a inicios de la década de los 10), por lo que no era admisible que Pinglo lo haya escrito. También menciona que el cantante Catter puede certificar lo que sostiene.

Es aquí cuando viene a mi mente lo que sobre Pinglo dijo Collantes a fines de los 60: "le atribuyen canciones que él nunca dijo que eran de él, sino que las interpretaba". Es por ello que pienso que se debe investigar más sobre este vals para despejar la duda que dejó la carta que fue enviada al cancionero "Alta Voz" a inicios de los 40.

Datos no mencionados

Cuando Pinglo se encontraba muy enfermo, sus amigos estaban a su lado acompañándolo en esos momentos difíciles de su vida. Uno de ellos, el cantautor Eduardo Villanueva del Conjunto Lince, le compuso un vals que lo tituló "Felipe Pinglo". Dicho vals fue publicado por "El Cancionero de Lima" No. 1095, de inicios de Mayo de 1936, cuando Pinglo estaba todavía vivo, señalándose que era cantado con mucho éxito en cines y teatros. En el vals aquel se resalta al compositor, se menciona que está enfermo y se pide que lo visiten, como un reconocimiento a su obra.

Para terminar por ahora, porque uno puede pasarse horas de horas contando sobre el Maestro, debo mencionar unos avisos que encontré y llamaron mi atención. En la edición No. 1145 de "El Cancionero de Lima", Marzo 1937, se publica un aviso en la página 7 anunciando una gran velada literario-musical, organizada por el Centro Social Musical Felipe Pinglo, que se iba a llevar a cabo el sábado 24 (marzo 1937) de 11 p.m a 5 a.m. en su local del Jirón Huánuco 347 (Colmillo) - Principal. "Gran Orquesta. Damas: Invitación especial", termina diciendo el aviso aquel.

Otro aviso publicado en la página 3 de la edición No. 1259 de "El Cancionero de Lima", Junio 1939, por el Centro Social Musical Felipe Pinglo, señala que la sección femenina de este Centro había organizado su Primer Gran Baile Social que, con motivo de su instalación y en honor del club Atlético Córdova, que había campeonado en fútbol, se iba a celebrar el sábado 1 de julio (1939), empezando a las 11 de la noche, en su local, Huánuco (Colmillo) 347 principal. "La parte musical correrá a cargo de la Orquesta La Rosa", señala el aviso aquel.

Estos avisos tienen su importancia porque cuentan detalles no muy conocidos, como que fue a mediados de 1939 que se instaló la sección femenina del Centro Social Musical Felipe Pinglo. También señalan una dirección del Centro Social Musical Felipe Pinglo que siempre la obvian cuando cuentan la historia de dicho Centro: Jr. Huánuco 347 - Principal, Barrios Altos.

Felipe Pinglo sigue dando que hablar y lo seguirá haciendo mientras haya un corazón peruano latiendo por su canción criolla. Pinglo es el más grande compositor de música criolla, hasta la fecha, y su obra nos deleita y hace sentir orgullosos de él; de todo lo que nos dejó y enseñó por ese gran amor que él sentía por la música de su país. Sigamos valorándolo como el Maestro se lo merece.


Dario Mejia
Melbourne, Australia
dariomejia999@yahoo.com.au

http://www.facebook.com/people/Dario-Mejia/768349504
Escrito el 14 de julio de 2010

Pinglo y los Barrios Altos

Pinglo y los Barrios Altos

Felipe Pinglo, el bardo inmortal, estaba viviendo los momentos más dramáticos de su vida durante los primeros días del mes de mayo de 1936. Se encontraba postrado en la cama de su casa de la calle Penitencia en los Barrios Altos de Lima y, enfermo como se hallaba, logró escribir su última composición que estaba dedicada a su esposa Hermelinda Rivera, el vals "Hermelinda" que lo compuso el 6 de mayo de 1936.

Durante esos últimos días, Pinglo logró recuperar la guitarra con la cual compuso las notas musicales de su primer vals, "Amelia", y muchas de sus grandes creaciones, la cual había desaparecido durante una noche de jarana sin que sepa más de ella por varios años. Quien una vez se llevó la guitarra de Pinglo, la dejó en un rincón de la casa que paraba llena de sus amistades que estaban acompañándolo en sus últimos días de vida. Con ella, otra vez en sus manos, Pinglo pudo terminar los versos de su último vals.

Muchas cosas deben haber pasado por la mente de Pinglo en aquellos últimos días. Su mente debe haber viajado por los rincones de su barrio querido, Barrios Altos. Barrio que lo vio nacer y donde vivió toda su vida, con excepción de una corta temporada en que se fue a vivir a La Victoria, pero al regresar al barrio de sus amores compone uno de los mejores cantos de amor al barrio, su vals "De vuelta al barrio".

En cierta forma, la vida de nuestro bardo inmortal está ligada a la historia de las calles de Barrios Altos, porque todos sus biógrafos, cuando mencionan las calles por donde transcurrió la vida de Pinglo, señalan la denominación antigua que tenía la ciudad de Lima y no la actual, que para la gran mayoría es desconocida tanto en nombre como en historia: Carmen Alto, Carmen Bajo, Colegio Real, Buena Muerte, El Prado, Los Naranjos, Maravillas, Mercedarias, Penitencia, Rufas, San Ildefonso, Trinitarias, etc.

Felipe Pinglo nació el 18 de julio de 1899 en la calle del Prado No. 500. Dicha calle es lo que actualmente comprende a la cuadra 13 y parte de la 14 del Jr. Junín, Barrios Altos. En la actual cuadra 14 del Jr. Junín nació Felipe Pinglo (Jr. Junín 1456), frente al Convento Nuestra Señora del Prado. Sin embargo, cuando en 1861 se decide cambiar la antigua denominación de las calles de Lima y adoptar la nomenclatura que tenemos hasta nuestros días, dicha calle no se llamaba como El Prado sino que se llamaba "Mascarón del Prado".

Debido a que existían ya otras calles que llevaban ese nombre de Mascarón (calle del Mascarón se llamaban dos calles, la que es la actual quinta cuadra del Jr. Cusco y también la que es la actual séptima cuadra del Jr. Maynas), que podía confundir a la gente, la empezaron a llamar, solamente, como calle del Prado.

La calle del Prado (Mascarón del Prado) debe su nombre al Convento Nuestra Señora del Prado que queda en dicha calle y que fue fundado como Monasterio del Prado por el Arzobispo Villagómez el 1 de setiembre de 1640.

Contigua a dicha calle esta la calle de Cinco Esquinas, que viene a ser lo que actualmente es la parte final de la cuadra 14 del Jr. Junín (la cuadra 14 del Jr. Junín comprende parte de la calle del Prado y a la calle de Cinco Esquinas). Cinco Esquinas debe su nombre a que desde la época de la colonia son cinco las calles que se interceptan al final de lo que actualmente es la cuadra 14 del Jr. Junín: calle de Los Naranjos, calle Barbones, calle Ancha (actual cuadra 15 del Jr. Antonio Miró Quesada), calle Sequión (llamada también calle del Acequión, era una calle extensa que comprende a las actuales seis cuadras de la Calle Huari) y calle de Cinco Esquinas.

Felipe Pinglo realizó sus primeros estudios, el jardín, en una escuelita en la calle Barbones. Dicha calle es lo que en la actualidad viene a ser la cuadra 15 del Jr. Junín y está llena de historia ya que daba a la Portada de Barbones de la antigua Muralla de Lima. Tanto la Portada de Barbones como la de Maravillas vieron desfilar a las tropas del ejército en su ida y venida del centro y sur del país, especialmente durante las batallas por la independencia y la Guerra del Pacífico.

La calle Barbones debe su nombre a que allí, a finales del siglo XVII, se levantó el Convento de Betlemitas que pertenecía a la congregación de betlemitas que llegó, de Guatemala, al Perú en 1671 y que al ser elevados a Orden Religiosa por el Papa Inocencio XI, por bula del 26 de marzo de 1687, deciden construir su convento en Lima. Pero dicho convento fue conocido por el pueblo, desde su inicio, como "Convento de Barbones" ya que a los padres de dicha orden religiosa se les conocía como "Padres Barbones". Según las reglas de la orden de los betlemitas, les estaba prohibido afeitarse.

La primaria, Pinglo, la estudió en la Escuela Fiscal de Los Naranjos en la calle de Los Naranjos. Dicha calle era larga y está localizada entre el actual Jr. Huánuco y el cruce de Cinco Esquinas, comprendiendo a las actuales cuadras 12, 13 y 14 del Jr. Antonio Miró Quesada. Debe su nombre a la Capilla de Los Naranjos que se fundó en esa zona en 1750.

Para ir a su escuela, Pinglo, desde El Prado, debe haber subido hasta el cruce de Cinco Esquinas y de allí doblado a Los Naranjos. También cabe la posibilidad de que, unos años más tarde, haya bajado hasta la calle Manuel Morales, que conecta con Los Naranjos. Dicha calle, Manuel Morales, no existía en 1861, cuando se adoptó la actual nomenclatura que tienen las calles de Lima. Debe haberse abierto a inicios del siglo XX y por ello su nombre no tenía nada que ver con la tradición con la cual el pueblo limeño solía bautizar a sus calles. El gobierno local le puso ese nombre en homenaje al Doctor Manuel Morales, quien fue Ministro de Relaciones Exteriores en dos ocasiones, 1859 y 1878.

La calle Manuel Morales, actualmente llamada Matías Maestro, es una calle que conecta el Jr. Junín con el Jr. Antonio Miró Quesada y está, subiendo de la Iglesia del Carmen, al final de la cuadra 11 del Jr. Junín, a su mano derecha. Allí quedaba el antiguo Teatro Lima que pasó a ser cine y después un templo evangelista. Pinglo debe haber visitado muchas veces el Teatro Lima de donde se sabe que se organizó allí, el 8 de mayo de 1926, un festival a beneficio del músico Nicolás Wetzell contándose con la participación de Felipe Pinglo, el dúo Montes y Manrique, los hermanos Vilela, Carlos Saco, Guillermo D'Acosta, Juan Araujo y otras figuras más del criollismo de la época aquella.

En el número 114 de la calle Manuel Morales vivió y murió Alejandro Ayarza "Karamanduca". También vivió allí, sus últimos años, Abelardo Gamarra "El Tunante", quien vivió en el No. 106; según consta en el aviso de su defunción aparecido en El Comercio del jueves 10 de Julio de 1924.

Menciono que Abelardo Gamarra vivió sus últimos años en la calle Manuel Morales porque allí falleció, el 9 de julio de 1924, y también debido a que encontré en el semanario Integridad, que dirigía Abelardo Gamara, un aviso en su edición del 22 de mayo de 1909 que decía: "Abelardo Gamarra se ha trasladado del Barranco a Lima, calle de Mapiri número 123". La calle de Mapiri era el nombre anterior que tenía el actual Jr. Miguel Aljovin y su primera cuadra es el costado del Palacio de Justicia. El nombre antiguo de dicha primera cuadra, antes de 1861, era calle San Juan Nepomuceno y muy cerca de allí estaba la Muralla de Lima con su Portada de Guadalupe. No existía en ese entonces (1861) el actual Palacio de Justicia. Pero, como ironía de la vida, y quizás de la tradición, San Juan Nepomuceno es conocido como "El Mártir del secreto de confesión" y, años más tarde, en esa calle se construiría el Palacio de Justicia donde los que llegan allí tienen que dejar los secretos a un lado y confesar sus pecados en forma pública. Me salí de los Barrios Altos con esta pequeña historia, pero creo que valió la pena.

Ricardo Miranda Tarrillo sostiene que Pinglo terminó la primaria en el Colegio Sancho Dávila de la calle del Carmen Bajo. De Los Naranjos pasó a Carmen Bajo. La calle del Carmen Bajo es la que viene a ser la actual cuadra 10 del Jr. Junín. Su nombre se debe al Monasterio del Carmen, actualmente conocido como la Iglesia de la Santísima Virgen del Carmen de Lima, que está localizado en su esquina final, empezando la otra calle. Como en esa calle hay una pendiente de subida, en dirección hacia la iglesia que está a un nivel más alto, se le llamó Carmen Bajo.

Uno de los clubes para los cuales Felipe Pinglo jugó fútbol fue el "Alfonso Ugarte" que quedaba en la calle de San Ildefonso. Dicha calle es una cuadra grande que viene a ser actualmente, en numeración, la primera y segunda cuadra del Jr. Andahuaylas. En dicha calle vivió el General Andrés Avelino Cáceres. Yo nací a la vuelta, en la calle Tigre, primera cuadra del actual Jr. Ayacucho, pero acudía, a diario, al Mercado de San Ildefonso y a una panadería que había en esa calle, la cual preparaba los mejores y más deliciosos panes franceses que haya probado en mi vida.

Volviendo al nombre de la calle, debe su nombre a que allí quedaba el Convento de San Ildefonso, el cual fue destruído a fines del siglo XVIII o inicios del XIX (en unas estadísticas de Lima de 1839, ya se mencionaba que estaba destruído). Dicho convento fue inicialmente un colegio, para estudio de los religiosos de la orden de San Ildefonso, que se fundó en 1606 como Colegio de San Ildefonso. Mediante bula del 13 de octubre de 1608, expedida por el Papa Paulo V, se acordó que dicho colegio pasaría a denominarse Colegio y Universidad Pontificia de San Ildefonso. Después, ampliaron el área que abarcaba y pasó a convertirse en Convento de San Ildefonso. La parte del Convento ya no existe, pero queda todavía en pie la parte que se utilizaba como el Colegio de San Ildefonso y que ahora viene a ser la Escuela Nacional de Bellas Artes.

Debe mencionarse también de que el club Alfonso Ugarte solía entrenar y jugar en las canchitas de Martinete, que estaba muy cerca de San Ildefonso, por lo que Pinglo debe haber jugado en esas canchitas, donde años más tarde jugaban sólo los valientes, y que hasta ahora existen en el actual Jr. Amazonas. Por su parte, Ricardo Miranda Tarrillo cuenta que cuando Pinglo estudiaba en el Guadalupe solía acudir con sus amigos barrioaltinos a las Tres Compuertas, para nadar en las aguas turbias del Martinete. Como dicho jirón Amazonas también tiene su historia, nombraré algunas de sus calles antiguas, que infinidad de veces recorrí de niño y adolescente, donde también se encontraba una de las antiguas Portadas de la Muralla de Lima.

Como no existía, antiguamente, la primera cuadra de la Av. Abancay, el Convento de San Francisco llegaba hasta el actual Jr. Ayacucho. La parte que corresponde al actual Jr. Amazonas entre la actual Av. Abancay y el Jr. Ayacucho, que viene a ser la segunda cuadra del Jr. Amazonas, se llamaba calle Barranca. Su nombre se debe a que muy cerca, donde ahora se encuentra una feria de libros, estaba una zona conocida como "La Barranca", por encontrarse a varios metros de altura sobre el nivel del río. Según el cronista José Gálvez, a mediados del siglo XVIII se construyeron allí varios callejones que serían los "modelos" que tomaron los que se levantarían después en Lima.

La calle Viterbo era la que actualmente es la tercera cuadra del Jr. Amazonas y debe su nombre a que a finales del siglo XVII se construyó en dicha calle un recogimiento de mujeres llamado "Santa Rosa de Viterbo". Luego empieza la zona aquella conocida como "La Barranca", en su actual intercepción con el Jr. Andahuaylas (calle de San Ildefonso), por lo que dicha calle tenía el nombre de Barranqueta y viene a ser la actual cuarta cuadra del Jr. Amazonas. En su esquina, donde empieza la Feria de Libros actual, se construiría el Puente Balta y, en esa misma esquina, estaba uno de los cines más antiguos de Lima, el "Cinelandia", donde, por su cercanía al río Rímac, las ratas desfilaban en el intermedio. Dicho cine y los callejones aquellos de "La Barranca", fueron demolidos en la década del 70 del siglo XX.

Sigue la calle Las Carrozas que viene a ser lo que actualmente es, en numeración, la primera parte de la cuadra 5 del Jr. Amazonas, entre el actual Jr. Paruro y el Jr. Huanta. Muchos se extrañarán al ver el nombre de "Las Carrozas" en el Jr. Amazonas y no en la primera cuadra del Jr. Huánuco, como se conoce actualmente. Según las estadísticas y planos de Lima del siglo XIX, de Manuel Atanasio Fuentes, la calle Las Carrozas era la que he mencionado en el actual Jr. Amazonas y la primera cuadra del Jr. Huánuco se llamaba calle Sauces. Pero hay que tener presente que era el pueblo quien muchas veces, sin ceremonias ni decretos, bautizó a muchas calles por algún hecho curioso que haya ocurrido en ellas y fue el pueblo el que, años más tarde, decidió rebautizar a la calle Sauces como Las Carrozas. La mencionada cuadra 5 del Jr. Amazonas adoptaría también el nombre de Manzanilla y después se quedaría con el nombre de calle de los Siete Pecados, debido a una casa de pecados que allí había.

Continuando por el actual Jr. Amazonas se llegaba a la nombrada calle Martinete, que viene a ser, actualmente, la segunda parte de la cuadra 5 del Jr. Amazonas, entre el Jr. Huanta y el Jr. Huánuco. Allí se encuentran las mencionadas canchitas de Martinete donde Pinglo debe haber jugado muchas veces con sus compañeros del club Alfonso Ugarte. En su actual intercepción con el Jr. Huánuco, donde empieza el Puente Huánuco, se encontraba la antigua Portada de Martinete de la Muralla de Lima, por ello la importancia que tiene el Jr. Amazonas en la historia de Lima y el que se escriba correctamente el nombre de la zona conocida como "Martinete", ya que en las estadísticas de Lima que hicieron José María Córdoba y Urrutia en 1839 y Manuel Atanasio Fuentes en 1858, ellos lo escribieron de esa manera. Sin embargo, he leído que últimamente algunas publicaciones, al momento de hablar sobre esa zona, lo escriben como Martinetti. El nombre de la calle se debe a que allí hubo un molino de pólvora de los llamados de martinete.

Pinglo realizó sus estudios secundarios en el Colegio Guadalupe, por lo que para ir a su colegio tenía que bajar por todo el Jr. Junín hasta la Av. Abancay y de allí podía tomar varias rutas. Dicha ruta por el Jr. Junín también la tenía que hacer para bajar al centro de Lima, por lo que el Maestro debe haber recorrido el Jr. Junín infinidad de veces. Dicho jirón junto al Jr. Ancash son los que más debe haber recorrido Pinglo ya que él hizo su reducto en el Callejón del Fondo de la calle Mercedarias, en el actual Jr. Ancash, y cuando se casó con Hermelinda Rivera se fueron a vivir a la calle Penitencia, en el actual Jr. Paruro. Dicha calle se intercepta con el Jr. Ancash, al igual que la calle Rufas, paralela a Penitencia, que fue donde vivía Hermelinda Rivera cuando Pinglo la conoció el 24 de mayo de 1925. La calle Rufas es una cuadra grande que viene a ser actualmente, en numeración, la primera, segunda y tercera cuadra del Jr. Huanta, entre el Jr. Amazonas y el Jr. Ancash. Rufas debe su nombre a una familia con ese apellido que vivió en dicha calle.

No se sabe realmente, aparte de la calle del Prado y Penitencia, donde más vivió Felipe Pinglo en los Barrios Altos. Se cree que Pinglo vivió también en la calle de Los Naranjos, ya que cuando fue matriculado en el Colegio Guadalupe su padre dio como dirección: Calle de los Naranjos 1270. Así figura en los registros del Colegio Guadalupe y no es que la dirección haya estado mal o confusa ya que, en ese tiempo, el actual Jr. Antonio Miró Quesada, se llamaba Jr. Ayacucho por lo que la dirección debió ser Jr. Ayacucho 1270. Y si utilizaban la denominación antigua tenía que haber sido calle de Los Naranjos trescientos y tantos. Esto lo deduzco porque la Escuela Fiscal donde estudió Pinglo estaba en el Jr. Ayacucho 1346, cuya denominación antigua era calle de Los Naranjos 430. Lo que sucedió es que, antiguamente, cuando daban la dirección de donde vivían muchos solían decir el nombre antiguo de la calle seguido del número actual, por ello su padre puso como dirección Los Naranjos 1270.

Gonzalo Toledo señala que Felipe Pinglo era devoto de la Virgen del Carmen. Debido a ello, Pinglo debe haber visitado mucho la Iglesia de la Virgen del Carmen, en la calle del Carmen Alto, y acompañado la tradicional procesión con que se le honra. La calle del Carmen Alto es lo que viene a ser las actuales cuadras 11 y 12 del Jr. Junín, entre el Jr. Huánuco y el Jr. Maynas. Debe también su nombre al Monasterio del Carmen, que se encuentra en su esquina inicial, y por estar la calle aquella en la parte alta, se le llamó Carmen Alto.

Manuel Atanasio Fuentes en su "Estadística General de Lima", 1858, señala de que por real cédula del 13 de febrero de 1625, el Rey Felipe IV concedió permiso para la erección del Monasterio del Carmen, hoy conocido como la Iglesia de la Santísima Virgen del Carmen de Lima. El 18 de diciembre de 1643 se inauguró el Monasterio, nombrándose por fundadores y patrones al Obispo de Arequipa Agustín de Ugarte y Sarabia, y Catalina Doria, una de las mayores benefactoras y propulsoras de dicha construcción.

La Santísima Virgen del Carmen de Lima es la Patrona de Lima, Patrona de los Barrios Altos y Patrona del Criollismo. Su procesión, el 16 de julio, es una tradición que tiene más de 360 años y que desde hace muchos años se viene celebrando, desde la víspera, con una verbena criolla.

En la calle del Carmen Alto, opuesta a la Iglesia del Carmen, se encuentra la Quinta Heeren. Dicha quinta data de fines del siglo XIX y tiene estilo arquitectónico de la época virreinal, habiendo sido sus jardines adornados con plantas japonesas. Allí existió el primer zoológico de Lima y, años más tarde, se acondicionó una cancha de fútbol en su interior donde casi todo barrioaltino tuvo la oportunidad de jugar. La Quinta Heeren también ha sido escenario para películas, telenovelas y series de TV que allí se han filmado.

Felipe Pinglo acudió en muchas ocasiones a la Quinta Heeren, porque allí vivía uno de sus amigos, así que se armaban también jaranas allí. Algunos, que han escuchado de la presencia de Pinglo en la Quinta Heeren, lo han relacionado como que vivió allí, pero no hay documentos que puedan corroborar ello.

Parte de la vida de Pinglo transcurrió en la calle Colegio Real, que viene a ser lo que actualmente es la sexta cuadra del Jr. Ancash. Debe su nombre a que allí estaba ubicado el Colegio Real de San Felipe, conocido como Colegio Real solamente, el cual fue fundado en 1592 por el Virrey García Hurtado de Mendoza. Dicha construcción antigua se encuentra todavía en pie y está ubicada frente a la Escuela Nacional de Bellas Artes, que queda también en dicha calle.

El Colegio Real, cuando dejó de ser colegio, pasó a ser cuartel del ejército, después lo convirtieron en Escuela de Artes, luego en Estado Mayor del Ejército, posteriormente estuvo abandonado y años más tarde la Universidad de San Marcos puso unas oficinas allí. Según "El Cumpa" Jorge Donayre, cuando el Estado Mayor del Ejército funcionaba en dicho local, Felipe Pinglo ingresó a trabajar allí como secretario, por lo que parte de su vida la pasó en dicha calle del actual Jr. Ancash.

En la calle Colegio Real vivió también, por un tiempo, el General José Luis Salmón Fosati, cuya casa estaba ubicada en Colegio Real 609, según lo señala el historiador Manuel Zanutelli Rosas. Dicho General, con su esposa, fueron los padrinos de matrimonio de Felipe Pinglo y nuestro bardo criollo solía visitarlo mucho en su casa. El General Salmón llegó a ser Ministro de Guerra en 1929.

Pinglo también solía visitar a su amigo y sastre Jorge Lázaro Loayza en su sastrería de la calle Trinitarias. Loayza muchas veces aseguró de que Pinglo se inspiró el vals "El espejo de mi vida" en el viejo espejo de prueba de su sastrería. Según Loayza, su historia de amor fue la que también inspiró a Felipe Pinglo el vals "El Plebeyo". Ninguna de las dos versiones han podido ser comprobadas fehacientemente. Sin embargo, debo dejar constancia de que en una oportunidad me contactó alguien que dijo ser hijo de la musa de El Plebeyo, de quien el sastre Loayza se había enamorado. Dicha musa vivió en la mencionada calle Trinitarias y quiso permanecer en el anonimato, pero como ya había fallecido su hijo deseaba contarme la historia. Lamentablemente, cuando le pedí pruebas más contundentes a la persona que me contactó, nunca obtuve una respuesta.

La calle Trinitarias viene a ser la actual séptima cuadra del Jr. Ancash. Dicha calle debe su nombre al Monasterio de las Trinitarias que queda en la esquina de la mencionada calle, en su intercepción con el Jr. Paruro, y que actualmente se le conoce como Iglesia y Convento de las Trinitarias. Su historia se remonta a 1673 cuando se estableció, en dicha área, el beaterio de Nuestro Señor Jesucristo, denominado también de las Hermanas Neiras. El Arzobispo Almoguera elevó dicho beaterio a monasterio el 22 de mayo de 1682, naciendo así el Monasterio de las Trinitarias que dio origen al nombre de la calle aquella.

En la calle Trinitarias se encuentra también la Casa Canevaro, en la acera opuesta a la Iglesia y Convento de las Trinitarias, que está considerada dentro de lo que es el Patrimonio Cultural de la Humanidad.

El lugar que más frecuentó Felipe Pinglo fue la calle Mercedarias, que viene a ser, en numeración, las actuales cuadras 10 y 11 del Jr. Ancash. Su nombre se debe al Monasterio de Mercedarias que queda al final de la calle, el cual, inicialmente, fue beaterio que en 1734 fue elevado a monasterio. En la actualidad, la Iglesia de Mercedarias también se encuentra allí.

En la calle Mercedarias quedaba el "Callejón del Fondo", donde Pinglo solía reunirse con sus amistades para hacer música. Dicho callejón se construyó a fines del siglo XVIII y su dirección antigua era Mercedarias No. 105, que pasaría a ser Jr. Ancash 1092. El callejón aquel pertenecía al Monasterio de Mercedarias y fue demolido hace muchos años, por lo que ya no existe, y en su terreno se construyó el actual Mercado Mercedarias. La dirección antigua del Callejón del Fondo me fue proporcionada por el historiador barrioaltino Alejandro Reyes, quien gentilmente me hizo llegar un estudio de él sobre los Barrios Altos.

En la calle Mercedarias y el Callejón del Fondo fue que Pinglo se inspiró para crear su vals "De vuelta al barrio". En el Callejón del Fondo vivía Isabel Mejía, la buena Isabel de su famoso vals. También vivió allí Doña Cruz, que al lado de la puerta del callejón se ponía a vender picantes y té, al igual que lo dice el vals. Samuel Joya también vivió en aquel callejón, del cual sus paredes de adobe y piso de tierra fueron testigos de muchas jaranas criollas en las cuales participó Felipe Pinglo.

Se debe también nombrar al barrio chino que fue donde Felipe Pinglo se inspiró su vals "Sueños de Opio", especialmente en la calle Capón de los Barrios Altos. Al respecto, debo señalar que muchos están equivocados con el origen del nombre de esta calle, mayormente los chinos, ya que no debe su nombre a algún chino o palabra china.

Existe un mito o "cuento chino" con respecto al origen del nombre de la calle Capón, del cual conté anteriormente su verdadero origen. Los chinos han tratado de hacer creer que el origen del nombre de la calle aquella se debe a ellos y, en octubre de 2005, a raíz de que se conmemoraron 150 años de haberse los chinos establecido en Lima, la versión de los chinos fue recogida por varios medios de prensa, que no se tomaron la molestia de investigar.

Los primeros inmigrantes chinos llegaron al Perú en 1849 a trabajar en haciendas que no estaban en Lima. En 1855 empiezan los chinos a ubicarse en Lima, especialmente en la calle Capón que era una cuadra grande. La versión que cuentan los chinos es que la calle Capón debe su nombre a que en dicha calle se mataban a los animales para consumo, capándolos a algunos de ellos, siendo los chinos los que se dedicaban a este oficio. Dicha versión, sobre el origen del nombre de la calle Capón, es solamente un mito o "cuento chino", porque la calle aquella ya se llamaba Capón desde el siglo XVII.

Manuel Atanasio Fuentes en su "Estadística General de Lima", de 1858, señala a la calle Capón, la cual aparece también en el plano de Lima de dicho año. También se puede revisar la obra de José María Córdoba y Urrutia: "Estadística histórica, geográfica, industrial y comercial del Departamento de Lima", 1839, que fue impresa cuando los chinos, estando todavía en su tierra, ni siquiera sabían que existía el Perú. Hay documentos más antiguos, como estadísticas de Lima de 1785 y plano de Lima de 1787, donde figura el nombre de la calle Capón.

En el siglo XVII vivió en dicha calle un sacerdote de nombre Manuel Loayza quien tenía como apodo "Capón", según lo señaló el cronista José Gálvez, así que desde el siglo XVII, 200 años antes de que llegara el primer chino al Perú, esa calle se conoció con el apodo del mencionado sacerdote. La calle Capón, en el actual Jr. Ucayali, era también una cuadra grande que abarcaba desde el actual Jr. Ayacucho hasta el Jr. Paruro; lo que significa que comprendía a las actuales sexta y séptima cuadras del Jr. Ucayali. Sin embargo, hoy en día llaman solamente calle Capón, por desconocimiento, a la parte comprendida entre el Jr. Andahuaylas y el Jr. Paruro, que vendría a ser la séptima cuadra del Jr. Ucayali.

Felipe Pinglo visitó también la calle del Chirimoyo ya que allí estaba el Teatro Apolo, en lo que actualmente es la décima cuadra del Jr. Puno. En dicho teatro, situado en la calle del Chirimoyo 941, Alcides Carreño estrenó el vals "Rosa Luz" de Felipe Pinglo en 1929. El mismo Carreño también estrenó allí, en público, el vals "El espejo de mi vida" de Pinglo, en 1935.

Debo manifestar que no he podido encontrar, con exactitud, cuando cambiaron las numeraciones de algunas calles barrioaltinas porque en 1939 el Teatro Apolo figuraba, en el listín cinematográfico, como la cuadra nueve del Jr. Puno. Sin embargo, en un listín cinematográfico del año 1959 el Teatro Apolo figura con la dirección de Jr. Puno 1043. La numeración de las calles ya se habían cambiado, aunque si uno revisa planos actuales de Lima que hay en la internet y conoció donde quedaba el Apolo, puede notar que la ubicación del Teatro Apolo figura como cuadra nueve del Jr. Puno, por lo que se crea confusión.

Pinglo debe haber visitado los lugares de los Barrios Altos donde nacieron y vivieron grandes figuras de nuestras letras, como nuestro tradicionista Ricardo Palma quien nació en la calle Puno, actual tercera cuadra del Jr. Ayacucho, en un solar que todavía existe y tiene una placa señalando que allí nació nuestro ilustre literato. Manuel Ascencio Segura nació en la calle Mestas, actual cuadra 10 del Jr. Huanta. César Vallejo vivió en la calle Acequia de Islas No. 425, actual séptima cuadra del Jr. Huánuco. En dicha calle nació Nicomedes Santa Cruz Aparicio el 15 de setiembre de 1870, padre de Victoria, Nicomedes, César, Rafael, Rosalina, Pedro, Octavio, Fernando, Jorge y Consuelo Santa Cruz. Antonio Raimondi también vivió en los Barrios Altos, en la calle Peña Horadada que actualmente viene a ser la novena cuadra del Jr. Junín.

Felipe Pinglo falleció en su casa de los Barrios Altos, sito en la calle Penitencia (Jr. Paruro 232). Eran las cinco y media de la mañana del 13 de mayo de 1936. Por esas coincidencias de la vida, Pinglo se fue de este mundo a la hora en que terminan las jaranas.

La calle Penitencia es una calle extensa que actualmente, en numeración, viene a ser la primera, segunda y tercera cuadra del Jr. Paruro. Si uno se dirige a dicha calle y pregunta a sus moradores más antiguos sobre el origen del nombre de dicha calle, ellos le dirán que el nombre Penitencia se debe a que por ser una calle bien extensa, siempre ha sido una verdadera "penitencia" el recorrerla.

Aquella explicación sobre el origen del nombre de la calle está equivocada y los habitantes de dicha calle, al igual que en otras calles de Lima antigua, muchas veces, por desconocimiento, han creado una explicación que parezca la verdad.

Según el historiador Juan Bromley Seminario, en 1613 aquella calle se llamaba de "Da. Beatriz Rangel", quien era una vecina que dio origen al nombre primitivo de la calle en mención. Bromley añade de que Emilio Harth-Terré dio a conocer de que durante la colonia, el Tribunal de la Inquisición, que tenía sus cárceles secretas abarrotadas, consideró pertinente adquirir otro local donde tener a los penitenciados, condenados a largas penas de prisión, adquiriendo de esa manera un inmueble, alejado del local del Tribunal, en la calle que por dicha circunstancia pasó a llamarse de la Penitencia.

Barrios Altos es el barrio que Pinglo conoció y amó, donde nació y murió. Barrio donde se hizo compositor y creó sus más grandes obras musicales. Barrio donde se nutrió de su historia, cultura y tradiciones que, todavía, encierran sus calles, iglesias y construcciones coloniales. Barrio que en gran parte ha sido declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad pero que, en forma increíble, viene siendo descuidado por las autoridades locales.

Felipe Pinglo revolucionó nuestro vals, le puso etiqueta peruana, pero fue olvidado por los medios de prensa de su época. Sin embargo, sus amigos, sobre los cuales influyó con su personalidad y capacidad creativa, se encargaron de hacerlo valorar y conocer como se merecía. Hoy en día es considerado el más grande compositor de música criolla del Perú y sigue siendo estudiado, investigado y recopilado, a la vez que es fuente de inspiración de todos los que amamos nuestra música criolla, ya que su obra lo mantiene presente ante nosotros.


Dario Mejia
Melbourne, Australia
dariomejia999@yahoo.com.au
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Escrito el 7 de Mayo de 2006
Actualizado el 21 de Setiembre de 2007

Cuando las guitarras se callaron

El mejor año de Felipe Pinglo, musicalmente hablando, fue 1935. Dicho año es conocido como "El año de oro de Pinglo" y es que, durante el transcurso del mismo, el Maestro nos entregó varias de sus grandes composiciones, como los valses "Aldeana", "Bohemia de luto" (conocido también como "A la memoria de Carlos Saco"), "De vuelta al barrio" (el canto de amor a los Barrios Altos), "El espejo de mi vida, "El inclusero", "La que fue", "Pecadora", "Por tu querer" y "Sueños de opio"; el one step "La canción del porvenir" y la polca "Los tres ases".

Al empezar el año 1936, la salud de Felipe Pinglo se hallaba delicada, sin embargo, logra componer el vals "Senectud", como fue señalado por Juan Rasilla Moreno, el cual fue estrenado por Samuel Joya en una función a beneficio del Club Atlético Lusitania; club por el cual Pinglo llegó a jugar fútbol. Su mal se acrecentó con dolores que no permitían dormir al bardo criollo. A pesar de ello, Pinglo no dejaba de componer y fue así que, enfermo como estaba, compone el vals "Una mujer" y el 13 de abril, sobreponiéndose a su mal, compone el vals "Abuelito", contaría Juan Rasilla Moreno en el diario La Crónica del 31 de mayo de 1945 .

El 15 de abril, ante la gravedad de su estado, Pinglo es internado en el Hospital Dos de Mayo, Sala Odriozola, cama No. 27. Allí fue visitado por su familia, amistades y también por el periodista Juan Francisco Castillo del semanario "Cascabel", quien lo entrevistó en su lecho de enfermo.

Estando Pinglo internado en el hospital, el 24 de abril de 1936, Samuel Joya estrena en público la polca "Los Tres Ases" que Felipe Pinglo había compuesto a fines del año anterior, lo señala Aurelio Collantes. Dicho estreno tuvo lugar en el Teatro Continental de la Plazuela Ramón Espinoza en los Barrios Altos de Lima. Un día después, el sábado 25 de abril, en la página 8 del semanario "Cascabel" se publica la entrevista que le hizo Juan Francisco Castillo a Felipe Pinglo.

Presintiendo que ya nada se podía hacer para aliviarlo del mal que padecía, el lunes 27 de abril Felipe Pinglo abandonó el Hospital Dos de Mayo por propia voluntad retornando a su hogar en la calle Penitencia. Sus amigos lo acompañaron durante esos días en que se extinguía la vida del bardo criollo, habiendo siempre alguien a su lado.

Un compositor de la talla de Pinglo sigue creando canciones mientras tenga algún respiro de vida. Es por ello que a pesar de estar muy enfermo, cuenta Ricardo Miranda Tarrillo, el 6 de mayo Felipe Pinglo escribe los versos del vals "Hermelinda", el cual se lo dedicó a su esposa Hermelinda Rivera. Pero las fuerzas ya no le daban para ponerle música al vals aquel por lo que le encargó a su esposa de que si moría, que sea Paco Vilela o Pedro Espinel quien le ponga música a su vals. Hermelinda Rivera guardaría para ella la letra aquella como el más grande tesoro de su vida.

Mientras Pinglo se debatía entre la vida y la muerte en su casa de los Barrios Altos, el periodista Heraldo Falconí Sevilla escribe sobre Pinglo y entrevista a Samuel Joya para la edición del sábado 9 de mayo del semanario "Cascabel". Falconí hace notar que el autor inagotable de canciones criollas, que lo consagró todo en aras de la música popular, estaba siendo ignorado de los Institutos y Academias Musicales.

Juan Rasilla Moreno, amigo de Pinglo, en La Crónica del 31 de mayo de 1945, refiriéndose a la muerte de Pinglo, señala lo siguiente: "El 13 de mayo, al amanecer, Felipe llamó a sus hijitos y se despidió tiernamente de ellos, emocionando a todos los que los escucharon. Nos cuentan que jamás se ha oído nada más sublime y cariñoso."

Cuando los relojes marcaban las cinco y media de la mañana de aquel 13 de mayo de 1936, la vida de Felipe Pinglo se apagó. El bardo criollo falleció en su casa de los Barrios Altos, sito en la calle Penitencia (Jr. Paruro 232). Se fue a la hora en que terminan las jaranas.

Sus amigos y los criollos de todos los rincones de Lima acudieron a su sepelio sumando más de mil las personas que acompañaron el cortejo fúnebre. Como señal de duelo, y por lo que Pinglo representaba para la música popular, sus amigos acordaron que las guitarras de los criollos se callen por varios días, respetándose este silencio musical en homenaje al gran compositor criollo.

Tres días después de la partida de Pinglo, Heraldo Falconí Sevilla da cuenta en el semanario "Cascabel" del fallecimiento de Pinglo acaecido el día 13 de mayo, relatando y mostrando una foto del sepelio: "Generoso con su dinero lo fue también con su espíritu. Arrojó a manos llenas su salud y sus canciones. Por eso a su entierro acudieron todos. Los que sirviéronle de tema a su inspiración inagotable. Los que escucharon su música tan nuestra. Los que embriagáronse en alguna hora de dicha y de amor en las tantas jaranas de la Lima viril y criolla. (...) Felipe era popular en los barrios. No hubo fiesta de alharacas y retorcimientos donde sus piezas dejarán de animar los pechos ávidos de emoción. (...) Sin oficialismos ni etiquetas que no dan lugar al sentimiento, los músicos que lo acompañaron en vida le llevaron a la fosa. Ha tenido, después de todo, suerte Felipe. La de que le portasen los mismos que estuvieron en su vida. Aunque, quizás, no podamos decir lo mismo de nosotros que hemos perdido a nuestro mejor compositor criollo."

El 17 de mayo, cuatro días después de la muerte de Pinglo, se funda el Centro Musical Felipe Pinglo en la calle Mercedarias de los Barrios Altos, Lima. Sus amigos con los cuales solía hacer música se reunieron en la casa de Obdulio Menacho y allí se decide rendir homenaje a Pinglo con la creación del Centro Musical que tuvo a Pedro Espinel como su primer presidente.

Pasado los días de silencio musical, las guitarras empezaron a llorar y el 21 de mayo Pedro Espinel estrenó el vals "Murió el Maestro" en homenaje a Felipe Pinglo. Dicha composición fue la primera creación criolla que hizo Pedro Espinel, según dijo a "La Prensa" el 21 de junio de 1938. Pero Espinel no sería el único que nacería como compositor criollo a raíz del fallecimiento del Maestro Pinglo. Samuel Joya, uno de los mejores cantantes de esa época, nació también como compositor con la muerte de Pinglo. Como gran amigo de Felipe, Joya sintió mucho la partida de Pinglo por lo que el recuerdo del amigo y Maestro lo llena de inspiración y compone su primer vals, "Ave de paso", dedicado a Pinglo. Más canciones aparecerían recordando al bardo criollo, las cuales fueron publicadas en "El Cancionero de Lima".

En el año de 1940, la poetisa Amparo Baluarte le dedicó unos versos hermosos a Pinglo que con música de Nicolás Wetzell se convirtió en el vals "Siemprevivas". Dicho vals fue estrenado por Jesús Vásquez en Radio Nacional. La poetisa Serafina Quinteras (letra) y Eduardo Márquez Talledo (música) rinden también su homenaje a Pinglo con el vals "Mi primera elegía", el cual apareció publicado en "El Cancionero de Lima" No. 1328, de octubre de 1940.

Felipe Pinglo influyó de una manera positiva en los músicos de su época, y de las siguientes, pero influyó, sobre todo, en el vals criollo poniéndole la etiqueta de vals peruano que lo diferencia ante el mundo. Por ello se habla del vals antes y después de Felipe Pinglo, porque él lo engrandeció e hizo que los peruanos se sientan orgullosos de su música y su gente.

Mucho se ha dicho sobre que Pinglo fue reconocido como gran compositor, y el mejor de música criolla, recién después de su muerte. El pueblo ya lo consideraba como su mejor compositor cuando el bardo criollo estaba aún vivo. El semanario "Cascabel", cuando Pinglo estaba vivo, dijo que él era el mejor compositor criollo de su época; según se menciona en la entrevista que le hizo a Pinglo y fue publicada el 25 de abril de 1936. Tres días después de su muerte lo volvió a decir.

Cuando Pinglo partió de este mundo se fue sabiendo que todo por lo que él luchó y se sacrificó estaba dando sus frutos. Se fue sintiendo el aprecio, cariño y reconocimiento del pueblo hacia su obra. Tiempo después, los Institutos y Academias Musicales reconocerían también la obra grandiosa del bardo inmortal.

En la actualidad, Felipe Pinglo sigue siendo el mejor compositor de música criolla que haya tenido el Perú, y contrastando con el homenaje que le hicieron los criollos cuando partió, de hacer callar las guitarras, en muchos lugares del Perú y el mundo, donde late un corazón criollo, las guitarras no dejan de entonar sus canciones recordando a nuestro bardo criollo inmortal.


Dario Mejia
Melbourne, Australia
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Escrito el 5 de mayo de 2007

El Hotel Crillón

Hacia los años 40, un nuevo hotel le vino a hacer la competencia al Bolívar. En un edificio de 8 pisos en la avenida La Colmena, que estaba destinado a ser el local del Colegio de Abogados, un empresario suizo, Domingo Bezzola, inauguró el Hotel Crillón; corría el año 1947. Diez años más tarde, se levantó el edificio de 22 pisos que terminó de darle su perfil. Con el tiempo, el lujoso hotel llegó a tener 550 habitaciones, 650 camas y 700 empleados; asimismo, 4 bares y 5 restaurantes. Uno de estos últimos, el Sky Room, inaugurado el 1 de agosto de 1960 (el día nacional de Suiza) fue el más renombrado. El edificio era de color amarillo-mostaza y sus puertas de vidrio se abrían automáticamente apenas el huésped o cliente pisaba la alfombra roja de la entrada.

Desde el Sky Room se tenía una vista privilegiada de Lima. Era el punto de reunión más animado y exclusivo de Lima. Por ello, los 60 fueron los años dorados del Crillón. Muchos famosos pasaron por allí como María Félix, Charles Aznavour, John Wayne, Nat King Cole, Dorothy Malone, Debbie Reynolds, Cassus Clay o Pelé. Un caso aparte fue la historia del empresario pesquero Luis Banchero Rossi, quien a inicios de los 70, poco antes de ser asesinado, alquilaba todo el piso 19 y vivía allí.

Con el declive del Centro, en los años 70, se fue esfumando la vida nocturna en el Crillón. Pero el hotel pudo sobrevivir gracias, entre otras cosas, a “La Carpa”, donde tocó la Sonora Matancera y cantaron Raphael, Manolo Otero y Miguel Bosé. Fueron muy famosos, por ejemplo, las fiestas de Año Nuevo en “La Carpa” del Crillón; asimismo las cenas de Fin de Año en el Sky Room. Pero con la crisis económica y el terrorismo de los 80, y la invasión de ambulantes por las calles del Centro, la afluencia de turistas y de limeños “noctámbulos” casi desapareció. Hubo el proyecto de trasladar el hotel a otro lugar de Lima pero fracasó. Así, el glamoroso Crillón cerró sus puertas en 1999. Hoy su local está en venta.
Tomado del Blog de Juan Luis Orrego

El Hotel Bertolotto

El distrito de San Miguel fue creado el 10 de mayo de 1920, durante el gobierno de Augusto B. Leguía, y, hasta la década de 1960, fue un balneario balneario ocupado por familias de clase media, atraídas no solo por algunos servicios como el Hotel Bertolotto y el Establecimiento de Baños, sino también por las hermosas casonas, jardines y huertas que formaban parte de su paisaje urbano.

Propiedad del italiano Ángel Bertolotto y ubicado en Magdalena del Mar (avenida Costanera), el antiguo Hotel Bertolotto, frente a la playa, tuvo su apogeo en los años 20 y 40. Era un hotel familiar y de descanso, para disfrutar del mar y del balneario en el verano o pasar días de reposo durante el invierno. Tenía un amplio restaurante de lunas que miraba al mar. Allí también se celebraban diversos almuerzos o cenas para ocasiones especiales. Por ejemplo, en los años 30, hubo almuerzos para recaudar fondos para apoyar a los bandos durante la guerra civil española (a la falange) o para apoyar el gobierno del Duce en Italia. Quizá la anécdota más importante es la que cuenta Luis Alberto Sánchez en sus Memorias. En 1931, LAS invitó allí un almuerzo para organizar un encuentro entre Haya de la Torre y José de la Riva Agüero; la cita era a la 1:30 de la tarde. Riva-Agüero llegó puntual, pero Haya recién se apareció luego de las 3 de la tarde. El encuentro se frustró pues Riva-Agüero se retiró al ver que Haya no llegaba. Dice LAS que quizá allí se pudo cambiar la historia y evitar la guerra civil de aquellos años. Y todo por la impuntualidad de Haya….

Hoteles de los sesenta: el Riviera y el Savoy

Hoteles de los sesenta: el Riviera y el Savoy
Hotel Savoy.- En la esquina de los jirones Caylloma y Callao, nos topamos con un edificio deshabitado y que, en su primera planta, alberga varias imprentas, típico negocio que, lamentablemente, genera el caos en esta zona del Centro Histórico. Los cientos de transeúntes que desfilan por aquí, seguramente, no saben que en los años 50, 60 y 70 funcionaba en este local el Hotel Savoy, propiedad de los hermanos Varón, y que le hacía la competencia nada menos que al Hotel Crillón. En su época, fue un edificio moderno, uno de los pocos que tenía su playa de estacionamiento en una terraza en el segundo piso y que, en el último, exhibía un lujoso restaurante similar al Sky Room del Crillón, con una de las vistas aéreas más espectaculares del Centro de Lima. El Savoy era también llamado el “hotel de los toreros”, pues, hasta la apertura del Sheraton a inicios de los 70, aquí se alojaban los principales diestros que venían a torear a Acho; también aquí se alojaban las delegaciones deportivas. El hotel también contaba con una galería de arte. Lamentablemente, el caos y la inseguridad que se apoderó del Centro a partir de los 70 significaron la lenta agonía de este hotel, cuyo local ahora es sacudido por el ruido de las máquinas de impresión. Todo el antiguo mobiliario ha sido rematado y la empresa está en liquidación.

El Hotel Riviera.- Ubicado en la avenida Wilson (hoy cuadra 9 de Gracilazo de la Vega), frente al edificio “Ferrand”, durante los años 60 fue, detrás del Bolívar y del Crillón, el hotel de más categoría en Lima; era propiedad de un grupo argentino. Aquí se alojó, en 1971, la delegación que visitó Lima para el Congreso de Americanistas. Tiene 160 habitaciones, dos restaurantes, bar y un salón de conferencias y banquetes para 600 personas. Como el Crillón y el Bolívar, el hotel se vino abajo con el caos de los años 80 y 90; sin embargo, hoy una empresa española, dueña de la cadena de hoteles “San Agustín” ha comprado el edificio y ha reflotado el hotel, que cuenta con 4 estrellas.



El Hotel Riviera en la avenida Wilson

Idas y venidas en la apropiación musical criolla

Idas y venidas en la apropiación musical criolla
José A. Lloréns



Eduardo Montes y César Augusto Manrique antes de dirigirse a Nueva York
(Foto: revista Variedades Nº 182. Lima, 26 agosto 1911, p. 1041)

En la historia de la música criolla peruana hay diversos episodios de “préstamos” y “apropiaciones” de letras, melodías y secuencias armónicas de diversos orígenes, predominando la percepción de que son los peruanos quienes se hacen de temas ajenos y los adecúan a los géneros locales. Un caso muy conocido es el de la marinera limeña “Palmero sube a la palma”: Palmero sube a la palma / y dile a la palmerita / que se asome a la ventana / que su amor la solicita / que su amor la solicita / Palmero sube a la palma. Estos versos, según la página web Cancionero VBV, pertenecen al folclor de las Islas Canarias y forman parte del “popurrí más conocido del folclor español” (1). En efecto, según Bustamante, esta era una ocurrencia frecuente en el desenvolvimiento de la música criolla:


Así como los poetas populares inventaban versos sobre la base de la música de jotas, mazurcas o resbalosas preexistentes, también se dio el caso de poemas tomados de la vertiente culta a los que compositores populares pusieron música. Tal fue lo que ocurrió con el vals El guardián, uno de los más conocidos de la Guardia Vieja, cuyos versos son del poeta colombiano Julio Flórez y la música del peruano Juan M. Peña, o con el vals La rosa del pantano, cuyos versos fueron tomados del poema Déjalos del cubano Bonifacio Byrne, y musicalizados por el peruano Fausto Florián (2) .
Menos conocidos, sin embargo, son los casos donde al parecer la apropiación tiene una dirección contraria: se trataría de un tema de origen peruano que luego es atribuido a compositores de Argentina. Examinamos entonces el caso del vals limeño de la Guardia Vieja conocido actualmente como Tus ojitos, examen que además nos ha producido varias sorpresas. Es así que, para detectar esta aparente apropiación hemos tenido que remontarnos a la versión de este vals grabada en las voces del legendario dúo limeño Montes y Manrique (M&M) y titulada Tus ojos, porque las versiones más modernas muestran cambios que no permiten detectar la apropiación. La primera cosa interesante que comprobamos es la diferencia entre su versión de 1911, y las grabaciones peruanas más recientes. Para ilustrar esto, comparamos la música y texto de esa antigua grabación con una hecha por [el dúo] La Limeñita y Ascoy (L&A), conocidos exponentes del estilo antiguo de cantar el vals limeño.

Lo primero que salta a la vista es la diferencia en la extensión de ambas versiones. La de M&M tiene siete estrofas y no lleva estribillo, mientras que la de L&A solo tiene dos, junto con un estribillo que se repite después de cada estrofa. Una mirada más atenta nos hace notar que el estribillo de la versión más reciente es la estrofa II de la anterior (que no se repite en M&M). Aparte de esto, hay diferencias en los versos e incluso la segunda estrofa de L&A no aparece en la de M&M. Por lo demás, en cuanto a lo musical se aprecia que entre estrofa y estrofa, M&M introducen intermedios instrumentales de distinta duración y cierran también con una parte instrumental que no hay en la de L&A. En resumen, aunque la melodía básica es la misma, hay cambios en textos y estructura musical. (Para facilitar la comparación, incluimos ambas versiones musicales en un “link”).

Tus ojos, versión de Montes y Manrique

Introducción instrumental (20 compases)

I
Tus ojos que contemplo con delicia
pues a ellos los adoro con empeño
tienen la suavidad de las caricias
y la dulce mirada del ensueño
¡ay! y la dulce mirada del ensueño

Intermedio instrumental (6 compases)

II
Por eso es que a mí me enamoran
en el fondo del alma me embelesan
me hacen llorar de pena cuando lloran
y me llenan de amor cuando me miran
¡ay! y me llenan de amor cuando me miran

Intermedio instrumental (8 compases)

III
Tus ojos que un momento se adormecen
… que me miran
por su brillo hermoso (¿?) se parecen
dos estrellas que sufren y suspiran
¡ay! dos estrellas que sufren y suspiran

Intermedio instrumental (4 compases)

IV
Mi alma con…te nombra (¿?)
en su dulce y ardiente embeleso

donde nace el amor y cría un beso
¡ay! donde nace el amor y cría un beso

Intermedio instrumental (8 compases)

V
Tus ojos que contemplo con delirio
tienen el mismo brillo que la aurora
tienen la palidez de mi martirio
si eres de mis amores protectora
¡ay! si eres de mis amores protectora (¿?)

Intermedio instrumental (6 compases)

VI
Tus ojos tienen la culpa
de mi constante aflicción
y yo sigo padeciendo
por tu noble corazón

Intermedio instrumental (4 compases)

VII
Bien sabes que el amarte es mi delirio
y en tus ojos yo me miro con anhelo
por qué no me prodigas tu consuelo
que me … un constante y cruel martirio
¡ay! que me … un constante y cruel martirio



Conclusión instrumental (12 compases)
(Duración total: 3 minutos 14 segs.)

Tus ojitos, versión de La Limeñita y Ascoy

Introducción instrumental (16 compases)

I
Tus ojitos que contemplo con delirio
tus ojitos que contemplo con delirio
a ellos los adoro con empeño
tienen la palidez de mi martirio
y la dulce mirada del ensueño
¡ay!, y la dulce mirada del ensueño.

[No hay intermedio instrumental]

Estribillo
Es por eso que siempre me enamoran
en el fondo del alma me embelesan
me hacen llorar de pena cuando lloran
y me llenan de amor cuando me miran
¡ay!, y me llenan de amor cuando me miran

Se repite introd. instrumental (16 compases)

II
Bendito es el amor bendito sea
bendito es el amor bendito sea
¡Oh! imagen adorada de mi ensueño
deja que con mi canto tu alma sepa
cómo yo te adoro con empeño
¡ay! bendito es el amor, bendito sea

[No hay intermedio instrumental]
Estribillo

Es por eso que siempre me enamoran
en el fondo del alma me embelesan
me hacen llorar de pena cuando lloran
y me llenan de amor cuando me miran
¡ay!, y me llenan de amor cuando me miran

(Duración total: 2 minutos 40 segs.)

Ahora bien, en esta ocasión no vamos a profundizar en las razones que explican las diferencias entre ambas versiones. Queremos más bien destacar que la versión de M&M, que como hemos dicho fue grabada en 1911, aparece luego en el cancionero popular argentino bajo la firma de los argentinos Hernán Videla Flores (letra) y Carlos Montbrún Ocampo (música), y grabada entre otros por Aníbal Troilo y su orquesta en 1949 (3). Lo curioso del caso es que Montbrún Ocampo nació en 1896 (4) por lo que tenía 15 años de edad cuando M&M ya habían grabado esta canción. La canción bajo el título A unos ojos, atribuida a Videla y Montbrún es la siguiente:

A unos ojos (5)

Tus ojos que contemplo con delicia
tienen el mismo brillo de la aurora,
tienen la suavidad de la caricia
y la dulce mirada que enamoran.

Y por eso yo los adoro,
y hasta el fondo del alma me embeleso
saben llorar de pena cuando lloro
y se llenan de amor cuando los beso.

Tus ojos de mirar adormecido
tienen la placidez del agua en calma
y muestran en su fondo cristalino
la divina pureza de tu alma.

Recuerda que mi vida está en tus ojos,
ellos son mi alegría y mi amargura
ellos me hacen sufrir con sus enojos
y me vuelven la paz con su ternura.

Al parecer, M&M no registraron como suya esta obra. Por lo tanto, a falta de una indagación más profunda, cabe especular lo siguiente. Se trata de un tema antiguo que llega por distintos caminos al Perú y a Argentina, o Videla y Montbrún escucharon la grabación de M&M y al ver que no tenía autor registrado, se la apropiaron. En todo caso, es evidente que la versión de M&M es anterior a la de Videla y Montbrún, y sería importante reivindicar la precedencia de los peruanos en base a una investigación más exhaustiva.


Eduardo Montes y César Augusto Manrique a su retorno de Nueva York
(foto: Variedades Nº 207. Lima, 17 febrero 1912, p.199)



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Notas

(1) Copiado el 3-jul-2008 de http://www.boinasverdes.org/cancionero/popular.htm#Canario .
(2) Bustamante, Emilio. “Apropiaciones y usos de la canción criolla 1900-1939”. Contratexto digital. Universidad de Lima. Año 4, N° 5, pp.10-11.
(3) http://www.todotango.com/spanish/biblioteca/discografias/grabaciones_autor.asp?id=32&c=An%C3%ADbal%20Troilo
(4) http://patagoniamaldita.blogspot.com/2007/11/carlos-montbrun-ocampo.html
(5) http://comunidad.ciudad.com.ar/argentina/buenos_aires/mundopoesia/p5a.htm#**%20A%20UNOS%20OJOS%20**

De la Guardia Vieja a la generación de Pinglo

De la Guardia Vieja a la generación de Pinglo: música criolla y cambio social en Lima, 1900-1940 (1)
Jose A. Lloréns


Criollos de inicios del S. XX. En: "Felipe Pinglo.. a un siglo de distancia", Manuel Zanutelli Rosas
(Lima: Diario El Sol, 1999, p. 17)



En los programas radiales y en las páginas de espectáculos de los diarios limeños se emplea actualmente una serie de términos para ubicar la producción musical criolla según épocas o estilos, como "Guardia Vieja", "la edad de oro", "los tiempos ha” y otros similares. Se busca así distinguir los varios momentos de su evolución. Sin embargo, no existe un criterio único ni muy preciso para situar las etapas. Cada locutor o comentarista parece tener su propia idea de las características que separa una de otras, influyendo en los criterios muchas veces la edad de la persona que los aplica. Para los más veteranos, por ejemplo, la Guardia Vieja corresponde a los primeros años del siglo XX o incluso antes. Algunos de los más jóvenes, por el contrario, llegan a identificar esta etapa con los contemporáneos del famoso Felipe Pinglo o hasta con los compositores posteriores que se inician en la actividad musical apenas en la década de 1950 y que en su mayoría sigue produciendo valses y polcas. No hay, pues, una percepción clara del desenvolvimiento histórico de la música criolla.

Por otra parte, existe también la idea más o menos generalizada de que el compositor popular limeño Felipe Pinglo Alva (1899-1936) representa "lo más genuino", la "etapa clásica" de la música criolla. Esta idea se asocia muchas veces a la suposición, que la Lima de Pinglo era muy criolla y tradicional, una época cuando aparentemente las clases populares de la capital vivían en un ambiente donde la música peruana era la única que se interpretaba y escuchaba, siempre en grandes fiestas y jaranas de callejón. A Pinglo, además, se le toma como el fundador de la música criolla, el que le da un estilo auténtico, característico y definitivamente nacional o peruano.

Intentaremos aquí desmitificar estas ideas, tratando de precisar con criterios más sistemáticos las etapas de la creación musical limeña en base al contexto histórico y social en que se desarrollan dichos momentos. Se hará referencia a la forma en que los medios de difusión moderna influyeron sobre la producción artística local dando origen, dentro de las transformaciones sociales y culturales de la tercera década del presente siglo, a una nueva etapa en la música criolla. Para comprender estos procesos habrá que remontarse al momento previo a la popularización del fonógrafo y de las funciones cinematográficas en Lima, considerando la práctica musical antes que se extendiera el habito de consumo de los medios de difusión.


La Guardia Vieja

En los primeros años del siglo XX, Lima tenía mucho de aldea o de conglomerado de barrios en torno a un núcleo donde se concentraban los edificios públicos y de gobierno. Los barrios estaban rodeados de huertas y jardines, mientras que en los extramuros de la ciudad había chacras y haciendas. La mayor parte de los limeños vivían en callejones. Estos lugares, formados por hileras de pequeñas viviendas de una o dos habitaciones dispuestas a lo largo de un estrecho corredor descubierto y con una sola entrada desde el exterior, podían albergar entre 50 y 200 personas, estando ocupados por las familias de menores ingresos económicos .(2)

Todavía no se había construido las grandes avenidas que intercomunicarían los barrios entre sí y el centro de Lima con los balnearios y el puerto del Callao. Como se sabe, gran parte de la actual estructura urbana de la capital surgió entre 1919 y 1930 o ha provenido del impulso entonces iniciado. El transporte urbano estaba limitado al tranvía o al coche de alquiler, ambos de tracción animal. Sólo a partir de 1905 el tranvía comenzó a usar energía eléctrica. El automóvil empezaba a llegar en número limitado y para uso de sectores muy restringidos de la población. No se desarrollaban aún los grandes espectáculos masivos. Las mayores atracciones públicas eran las funciones de zarzuela, el teatro popular, el circo y las corridas de toros.

Dentro de este ambiente urbano, descrito a grandes rasgos, la música criolla mantenía canales de transmisión y difusión que podrían denominarse orales y por lo general en el marco de ocasiones festivas celebradas por las clases populares limeñas. Los cumpleaños, bautizos y matrimonios constituían motivos suficientes para "armar jaranas" con los amigos y vecinos del callejón. Muchos de los callejones guardaban en su interior alguna imagen de un santo católico al que se veneraba, considerándosele el "patrón" de sus moradores y protector de sus viviendas. Se acostumbraba festejar el día del santo patrón con misas, ceremonias y procesiones que recorrían el barrio y terminaban en grandes verbenas criollas. También se conmemoraban los carnavales y las efemérides nacionales al interior de los callejones, aunque es importante destacar que en esa época la música criolla no era ejecutada en las ceremonias oficiales que organizaba el gobierno (cf.: Azcuez 1982c).

Se puede decir que todos estos elementos estimulaban en las clases populares limeñas cierto sentimiento de pertenencia e identidad con el lugar donde se vivía, con el barrio específico e incluso con un callejón en particular dentro del barrio. Debido a su relativo aislamiento y a las características señaladas en el párrafo anterior, los barrios limeños manifestaban alguna variedad en sus expresiones culturales. En el aspecto musical, los diversos barrios habían imprimido estilos ligeramente diferenciados a los géneros criollos, pudiéndose distinguir la procedencia de los guitarristas por su forma de pulsar el instrumento y se identificaba el barrio de origen en los cantores por su manera de entonar la voz y por el "corte" o ritmo que le daban a las canciones (Santa Cruz, C.. 1977). Se había llegado a desarrollar incluso un sentimiento de pertenencia y orgullo de barrio, que suscitaba muchas veces la competencia de estilos y contrapuntos de intérpretes representativos de cada lugar.

Las jaranas y fiestas populares en los callejones y barrios populares eran animadas por músicos no profesionales, en su gran mayoría. Ejecutaban valses, polcas en medio de marineras, tristes y yaravíes, aunque también intercalaban mazurcas y cuadrillas de moda (cf.: Carrera Vergara 1940 y 1956). Es posible que en estas fiestas y celebraciones incluyeran algunas expresiones musicales afroperuanas, las cuales abundaban entre los peones negros de las haciendas y pueblos de la costa central (véase Diez Canseco 1949; Santa Cruz, Nicomedes 1982; Azcuez 1982a).

Este sería el lugar indicado para distinguir lo que para la época era música criolla de lo que más ampliamente se podría llamar música popular costeña. Entendemos por música criolla la que era producida y consumida por las clases populares de la ciudad de Lima, constituida básicamente por dos géneros: el valse y la polca. Desde una perspectiva histórica, este momento de la música criolla es el que podría llamarse Guardia Vieja, situado aproximadamente entre fines del siglo pasado y 1920. El valse estaba adquiriendo características locales después de transformarse bebiendo en diversas fuentes, tanto las europeas (waltz vienes, jota española y mazurca polaca) como las mestizas de la costa central (pregones, tristes) y las afroperuanas de la misma región .(3)

Junto al valse y a la polca, existía entonces otro importante género popular limeño. De mucha raíz africana, hasta mediados del siglo XIX había sido practicado en sus formas más tradicionales sólo por la población negra y mulata de la costa central. Dicha característica se aprecia en diversos testimonios de la época. Conocida durante gran parte del siglo XIX como zamacueca o mozamala, se había enriquecido asimilando la resbalosa y las fugas diferenciándose de géneros costeños similares, pasando a ser llamada marinera en los años de la Guerra con Chile. Es posible que la agresión armada del exterior catalizara su aceptación e integración al repertorio criollo popular de Lima, rebasando el ámbito negroide y tendiendo puentes entre ambos sectores, tal vez en el afán de buscar un baile como expresión de la tan necesitada unidad nacional. Es así que desde las últimas décadas del siglo pasado la marinera limeña puede considerarse parte de la vertiente criolla y se le encuentra en las fiestas populares de negros, mestizos y blancos . (4)

Sin embargo, se conocían en Lima géneros musicales que también podrían considerarse populares a principios del siglo actual, pero que solamente algún sector étnicamente distinguible de sus habitantes urbanos los practicara. El amorfino, por ejemplo, "(. - .) sólo lo cantaba la gente de color, pues el amorfino es canto de morenos (y) propio de la ciudad de Lima..." (Azcuez 1982a). Había además otros géneros de raíces africanas que los esclavos cantaban durante el siglo XIX en las zonas rurales de la costa central, pero que a principios del XX ya se les encontraba en algunos barrios de la capital, como Malambo. Es el caso del panalivio, lamento negroide de los que trabajaban en las haciendas. En su forma más tradicional era cantado durante las faenas, siendo posteriormente instrumentado con guitarra y en parte con cajón cuando se llevó a los galpones y luego a la ciudad (cf. Azcuez ob. cit.).

Según lo visto, algunas expresiones musicales tradicionales de origen afroperuano y procedencia rural costeña seguían un proceso de asimilación urbana, aunque sólo se conocían entre la población negra de la ciudad. La mayoría de ellas no tendría la suerte de la marinera limeña, también llamada canto de jarana, ya que como géneros prácticamente se extinguirán a lo largo del presente siglo, así como desaparecieron otras manifestaciones negroides del siglo anterior. A pesar de su traslado a la ciudad, no superaron la difusión étnicamente restringida y no llegaron a ser integradas a la vertiente criolla. Se puede entender en ello que existían aún marcadas diferencias culturales en las clases populares urbanas, diferencias que por su no muy lejano origen colonial se hacían patentes todavía en la dimensión étnica. De ahí que no podamos considerar dichos géneros musicales como criollos aunque fueran urbanos y limeños, sino más bien como parte del folklore afroperuano. En el resto de la Costa Central, principal asentamiento de la población negra, se practicaban las expresiones de canto, danza y literatura oral del folklore afroperuano. Entre sus manifestaciones podemos mencionar el inga, el agüenieve, el contrapunto de zapateo, el socabón, el festejo; y otras más complejas como los negritos, el son de los diablos y moros y cristianos (5). En la costa norte, por otra parte, se conocían otros géneros musicales como el triste, la marinera norteña y el tondero. Es posible que en las ciudades del litoral se practicaran también valses y polcas de creación local y que luego serían conocidos en Lima traídos por los migrantes que provenían de estos lugares a lo largo del presente siglo. Sin embargo, sería necesario un estudio más extenso para conocer la -vida musical de las clases populares en las ciudades costeñas a principios del siglo, lo cual escapa a los propósitos de este trabajo.

Habiendo delimitado a grandes rasgos la vertiente limeña en los primeros años del siglo XX, veremos con mayor detalle la producción y difusión de la música criolla en la capital. Los músicos y compositores criollos de la Guardia Vieja eran de extracción popular: artesanos y obreros en su gran mayoría que no obtenían beneficios económicos de su labor artística, siendo muy escasos los que podían sostenerse exclusivamente en base a su actividad musical. Dichos compositores, además, no tenían entonces mucho interés en registrar oficialmente sus obras, ya que no había ningún aliciente económico para hacer valer derechos de autoría sobre temas que no trascendían la ocasión festiva y que muy rara vez se oían fuera de las jaranas o de los barrios populares. Cada nueva canción se aprendía directamente del propio compositor o se transmitía entre sus amigos más cercanos en los festejos sociales a los que sólo acudían los familiares y los conocidos en el barrio (cf.: Santa Cruz, C. 1977).

Es importante destacar que la generación criolla de la Guardia Vieja se desenvuelve sin la presencia generalizada de los medios de difusión. Las influencias musicales cosmopolitas que recibe provienen de fuentes que utilizaban canales más tradicionales de propagación. Entre ellos se pueden mencionar las funciones de teatro (ópera, zarzuela y cuadros de costumbres), las retretas públicas que ofrecían las bandas militares, además de los pianitos ambulantes o portátiles que muchas veces eran alquilados para animar las reuniones a la espera de los músicos y guitarristas o también para los paseos campestres que se organizaban en los alrededores de la ciudad. Los miembros de la Guardia Vieja, por ser compositores que generalmente no tenían preparación técnica ni formal, debieron recoger sus ideas musicales foráneas de los temas y géneros de moda que se difundían a través de los medios señalados, ya que no podían leer las partituras que aparecían en diversas revistas limeñas o que vendían las casas de música. Cuando los mordernos medios de difusión empiezan a extenderse por la capital, a fines de la segunda década del presente siglo, la Guardia Vieja había plasmado ya sus estilos característicos, marcando una etapa en el desarrollo de la música criolla.

A modo de ilustración, se pueden mencionar los siguientes valses como producción de la Guardia Vieja: El guardián (''Yo te pido, guardián, que cuando' muera/borres los rastros de mi humilde tumba. . ."); Brisas del mar ("Cuando el sol de la mañana colora/en oriente su diáfano velo. . ."); Pasión de hinojos ("Una pasión de hinojos/borrará nuestros encantos. . ."); Así es mi amor ("Suave como el arrullo de la paloma,/dulce como el trinar de un ruiseñor. . ."); Tus ojitos ("Tus ojitos que contemplo con delirio/yo los quiero y los adoro -con empeño. . ."); y La pasionaria ("Aquí está la pasionaria, /flor que cantan los poetas. . .").

Se ha escogido como referencia algunos valses que son muy conocidos hasta la actualidad. Existen muchos otros valses de la época, pero la mayoría de ellos tiene características similares a los ejemplos citados. El nombre de sus autores ha caído en el olvido, como se explicaba líneas arriba, figurando en nuestros días como producción "anónima" o no registrada.

Para ensayar una caracterización de esta etapa, se podría decir que la generación de compositores de la Guardia Vieja criolla realiza una producción musical con algunos rasgos folklóricos, usando el sentido científico del término (véase, por ejemplo, Cortázar, R. 1959). Es una creación de los sectores populares, en su mayor parte sin autor registrado y casi siempre olvidado, que llega al presente como producto "anónimo", siendo distinguido precisamente con el nombre genérico de Guardia Vieja. En el momento de su aparición, la difusión de estas canciones estaba circunscrita a un grupo dentro de una localidad geográficamente ubicable: el barrio popular limeño. La creación se trasmitía de compositor a intérprete por medios orales y bajo condiciones musicales "artesanales" o "preindustriales" y sin registrársele por medios gráficos. La mayoría de estos artistas populares no tenía conocimientos formales ni técnicos sobre la composición o interpretación musical, careciendo igualmente de preparación para leer o escribir la música que ejecutaban. Se puede decir que eran "intuitivos". La audiencia también era local y restringida, compuesta casi siempre por los asistentes a las jaranas y festividades que servían de marco y ocasión para la práctica musical. De este modo, había una estrecha vinculación e identificación entre el compositor, el intérprete y la audiencia, vinculación que no estaba mediada por relaciones mercantiles ni por intereses económicos en la producción y difusión musicales.


El período crítico

Lima era entonces el centro de la producción musical criolla. El valse y la polca tenían su base social en la población capitalina, pero es ésta también la más afectada por el impacto inicial de la modernización que se opera en el país entre 1920 y 1930, debido a los grandes cambios estructurales sufridos durante el segundo gobierno del presidente A. Leguía (6). En la vida de la urbe, las transformaciones se expresan en el desarrollo de las avenidas que integrarían los diversos barrios de la ciudad y en la ampliación de las calles en general para facilitar la creciente circulación vial. El automóvil se convierte en una presencia cotidiana dentro del paisaje urbano, aunque siempre significara un símbolo de posición social. Las costumbres capitalinas son alteradas con mucha rapidez, especialmente entre la juventud que acoge las novedades y modas foráneas, las cuales provienen en esta época principalmente .de Norteamérica. Los Estados Unidos desplazan a Europa en el dictado de la moda cosmopolita y en el manejo de lo que se ha llamado la industria cultural.

Lima estaba adquiriendo las características de una ciudad moderna y la aparición de los medios masivos de difusión musical era parte de este proceso generalizado. Se debe recordar que el uso de estos medios de difusión empezó a popularizarse en el mundo con la producción industrial del fonógrafo en los primeros años del siglo XX, marcando el comienzo de toda una nueva era en la propagación de la música. Este aparato tenía la ventaja de ser práctico y asequible para el uso en el hogar: se podía oír en cualquier momento las canciones de moda y todo tipo de música y sonidos que la creciente industria disquera lanzara al mercado. Fue así que los artistas tuvieron en el fonógrafo la oportunidad de ser escuchados por mucho más personas de las que cabrían en un teatro y en distintos lugares a la vez, todo esto sin que el mismo artista necesitara estar presente. Se forjaba de este modo un nuevo proceso en la irradiación de las modas musicales y una relación distinta entre el músico y su audiencia, bajo una dinámica que sería reforzada e intensificada con la sucesiva aparición y desarrollo de otros medios modernos de difusión musical.

En Lima, hasta antes de 1920, el fonógrafo no parece haber alcanzado más que una audiencia reducida y limitada a las clases pudientes y a los sectores que vivían atentos a las novedades técnicas del mercado internacional. A pesar que sus oyentes aumentaban en la capital a medida que iban apareciendo aparatos cada vez menos costosos y técnicamente superiores, llegando progresivamente a muchos hogares de las clases medias y populares, la música peruana escasamente alcanzó a ser registrada en discos durante las tres primeras décadas del siglo (el: Santa Cruz, C. 1977). Es probable que no se contara todavía con un público consumidor lo suficientemente numeroso para hacer rentable una producción masiva de temas musicales que sólo eran populares entre los gustos locales de sectores con bajo poder adquisitivo. La idea de instalar una fábrica de discos en el Perú para absorber la producción artística nacional no debió ser atrayente en esa época para las empresas fonográficas, las cuales tenían sus sedes en Estados Unidos o Europa. Las esporádicas grabaciones y ediciones comerciales de músicos populares peruanos que se registraron antes de 1930 respondían más bien a la satisfacción del gusto por lo exótico que el público norteamericano mostraba frente a las expresiones artísticas de otros países (7).

De este modo, fue aumentando en Lima el consumo local de discos y fonógrafos de origen foráneo, sin que se desarrollara al mismo tiempo una edición discográfica masiva en base a los intérpretes peruanos. La gran mayoría de canciones grabadas en esos años provienen del extranjero, sobre todo de Estados Unidos, dependiéndose así de esa producción para el consumo fonográfico de la población capitalina. Se implementaba una nueva dinámica de contacto con la música foránea y con la moda internacional, intensificándose en la medida en que el mercado del disco lanzaba aparatos cada vez más fáciles de adquirir y extendiera así el hábito de escuchar música a través del fonógrafo (8).

La aparición del cine sonoro en la capital poco antes de 1930 debió reforzar el proceso descrito. No obstante, hay que tener en cuenta que las funciones del cine mudo también constituían una ocasión pública y frecuente para escuchar música. Las primeras películas eran acompañadas generalmente por un pianista en la sala cuando no lo hacía una pequeña orquesta, en base a temas musicales foráneos o cosmopolitas del momento. La llegada del cine sonoro significó un mayor contacto entre el público local y la música internacional de moda, pudiéndose incluso ver en la pantalla a los cantantes y artistas del momento. Cabe suponer, por ello, que los géneros musicales ligeros llegados a través de las películas sonoras eran los mismos que se difundían en los discos de la época (9).

Se puede decir, entonces, que los medios de difusión moderna influyeron crecientemente sobre los gustos populares de Lima, en una dinámica que venía impuesta y controlada desde el extranjero por la floreciente industria cultural norteamericana, extendiéndose en poco tiempo sus efectos hacia los sectores más numerosos de la ciudad. A diferencia de épocas anteriores, los medios de difusión moderna inducían un contacto masivo, permanente y cotidiano con las novedades de la moda foránea por las características de la producción y difusión artística que implementaban dichos medios. Fue así que la música internacional de moda se convirtió en un elemento de consumo frecuente e incluso diario gracias al creciente hábito de la audición fonográfica y de las funciones de cine.

La producción musical de las clases populares limeñas fue afectada por estos procesos y por los mismos contenidos que introducían los medios de difusión moderna. Las fuentes que habían alimentado a la Guardia Vieja se vieron desplazadas por los nuevos y más dinámicos vehículos de transmisión, los que además imponían géneros musicales no conocidos hasta entonces pero que son asimilados con inusitada rapidez por los jóvenes de todos los sectores sociales. Este doble proceso de desplazamiento conduce a que los géneros musicales de producción tradicional y difusión local sean prácticamente reemplazados por las nuevas modas foráneas en los gustos de las audiencias populares limeñas. Las nuevas preferencias que sé imponen sobre el público local, a la vez, van a influir sobre los artistas capitalinos hasta el punto de verse obligados a incluir en sus repertorios los géneros internacionales del momento. El ciclo se completaría cuando los compositores populares limeños adaptan sus propias creaciones a los estilos foráneos predominantes, asimilando varias de sus características musicales para poder luego ser aceptados por la audiencia local y admitidos finalmente en los medios de difusión moderna.

El primer momento de este fenómeno, ubicado a fines de la década de 1910, se le conoce también como el período crítico de la canción criolla: " (. . .) el valse y la polca criollos (alrededor de 1920) ceden posiciones hasta casi desaparecer" (Santa Cruz, C. 1977:44). Los temas de la Guardia Vieja, hasta entonces muy es cuchados en las fiestas populares y jaranas de barrio o callejón, tuvieron una fuerte y desigual competencia con la música de moda que venía del extranjero, siendo desplazados durante cierto tiempo de casi todos los ambientes criollos, incluso de los mismos callejones limeños. En diversos testimonios, los propios compositores populares que vivieron este momento describen el fenómeno: "....

Parecerá mentira, pero en los callejones no querían bailar el valse... Tango, la juventud quería tango... Me acuerdo de la época del tango Té. Había un muchacho, medio escritor (que en 1922 ó 1923) reprochando esa cuestión del tango, parodió (la invasión del tango) con un verso de él, pero con la música del Tango Té que decía:

Desde hace un tiempo que los negros de Malambo
en lugar de marinera bailan tango.
Con esa gracia y displisura (sic.)
lo han convertido en movimiento de cintura.
En un rincón las negras viejas cuchichean,
en el centro las zambitas se balancean.
Es una cosa graciosa y chistosa
entrar a un callejón
y ver bailar el tango Té... ".
(Covarrubias, Manuel, en Stein 1974)

Ni siquiera las jaranas de callejón pudieron resistir la invasión de los géneros argentinos y norteamericanos en boga, los cuales se disputaban las preferencias de la audiencia en las fiestas populares, sobre todo entre los jóvenes:

"... Se cantaba todo: valse, el tango; se bailaba en las fiestas [populares] el tango, se bailaba el jazz, se bailaba el swing, se bailaba el chárleston... El valse, como siempre, para los mayores, siempre un valsecito, una marinerita para el final de fiesta, así...".
[Pregunta el entrevistador] Pero esas jaranas de callejón de los años de 1920, ¿no eran sólo de música criolla?
[Respuesta] "... No, no, no... Todo entró allí... Así como ahora ha entrado el 'rocanrol', así fue...
(Carreño, Alcides, en Stein 1974a)


tomado de la web cantera de canteturias