domingo, octubre 29, 2006

Los temblores de Octubre

Los Temblores de Octubre

Si hay algo a lo que el pueblo peruano le tiene temor es a los temblores que suelen ocurrir en el mes de octubre. Que recuerde, personalmente, he experimentado dos terremotos en Lima en dicho mes y varios temblores. También he experimentado un terremoto en otro mes diferente, pero a los movimientos de tierra del mes de octubre siempre los he respetado y tomado con bastante precaución.

El domingo 22 de octubre han ocurrido dos temblores en Lima que alarmaron a la población. Desde el viernes 20 al domingo 22, cuatro temblores han sacudido el Perú, habiendo tres de ellos estremecido la ciudad capital, aunque solamente el del día viernes 20 fue de regular magnitud.

En tiempos antiguos no habían aparatos que puedan medir la magnitud de los movimientos telúricos, por lo que la fuerza de los mismos puede ser medida solamente por los daños que causaron. Uno de los terremotos que con mayor fuerza haya golpeado Lima es el que ocurrió en octubre de 1746, en tiempos de la colonia, pero el terremoto de octubre de 1687 también causó muchos destrozos a la ciudad de Lima.

El terremoto del 20 de octubre de 1687 destruyó el Callao y el agua del mar llegó hasta el centro de Lima. En esos tiempos, asustados por la destrucción que el terremoto había causado, las autoridades sacaron a relucir sus prejuicios y existe una carta de un sacerdote, escrita nueve días después de la tragedia aquella, donde detalla los daños ocasionados y lo califica como un ejemplar castigo enviado por Dios a la ciudad de Lima. Ante todo esto, el Virrey Melchor de Navarra y Rocafull, Duque de la Palata, sacó un mandato el 12 de junio de 1688 en el cual decía que la relajación de trajes ofende a Dios, razón por la cual ha castigado a la ciudad desde el 20 de octubre (fecha del terremoto), prohibiendo, por lo tanto, el traje que escandalosamente se había introducido en algunas mujeres profanas y que se había extendido, su uso, a todas las mujeres. Los trajes aquellos no tenían nada de malo y ello lo demuestra que años más tarde, haciendo caso omiso a lo ordenado por el Duque de la Palata, y a que también ya no era virrey, el uso de aquellos trajes se popularizó entre las mujeres.

Lo que he podido notar es que el Duque de la Palata tenía muchos prejuicios contra las mujeres ya que el 12 de marzo de 1682 sacó un mandato prohibiendo hacer danzas de mujeres solas ni que en las de hombres entre alguna. La pena que dio a las que no obedecieran el mandato aquel era de cuatro años de trabajos forzados. ¿Se imaginan en estos tiempos que no intervenga una mujer en la danza o baile?

Los rumores o "bolas" ya existían por esos tiempos. Casi mes y medio después del terremoto del 20 de octubre de 1687, en la noche del lunes primero de diciembre de ese año, se armó un alboroto tremendo en la ciudad de Lima debido a que comenzó a circular el rumor de que el mar se estaba saliendo. La población, temerosa de que vuelva a suceder una desgracia similar a la que hubo el día del terremoto, entró en pánico y la gente corría desesperada por las calles buscando un refugio seguro y alto.

Un poco más de medio siglo después, el 28 de octubre de 1746, la ciudad de Lima fue castigada con uno de los terremotos más fuertes que haya experimentado. Las pérdidas humanas sumaron miles, desapareciendo casi toda la población del Callao. En ese tiempo, la ciudad de Lima tenía 3,000 casas y después del terremoto solamente 25 de ellas quedaron en pie. El Callao quedó completamente destruido, pero la inclemencia de la naturaleza no se contentó con toda aquella destrucción que había causado, sino que media hora después, olas de 17 metros de altura azotaron el Callao destruyendo todo lo que encontraban a su paso.

En la edición No. 2208 del diario El Comercio del 28 de octubre de 1846, con motivo de cumplirse 100 años de la tremenda desgracia que sufrió Lima, se publicó parte de la carta que el Padre Lozano, de la Compañía de Jesús, escribió desde Lima al Padre Brun Morales en Madrid, España, donde contaba pormenores del terremoto del 28 de octubre de 1746. La carta aquella no sólo es un documento de gran valor histórico, porque detalla los daños causados por el terremoto aquel, sino que es también impactante.

Según el Padre Lozano, antes del terremoto aquel, casi todas las iglesias de Lima tenían riquezas inmensas tanto en pinturas como en vasos de oro y plata guarnecidos de perlas y pedrerías. Cuando ocurre el terremoto, se destruyó toda la grandeza arquitectónica que tenía la ciudad de Lima: el arco triunfal sobre el Puente con la estatua ecuestre de Felipe V, el Palacio del Virrey, el Tribunal de la Inquisición, la Real Universidad, el magnífico Colegio de San Pablo, la casa del Noviciado, la casa profesa de Desamparados y demás construcciones sufrieron daños incalculables.

El Padre Lozano menciona: "En las carmelitas de Santa Teresa, de ventiun religiosas, doce quedaron machucadas con la priora, dos donadas y cuatro sirvientas. En el hospital de Santa Ana, setenta enfermas fueron muertas en sus lechos con la caída de las paredes". Lozano también señala de que se abrieron zanjas en plazas y calles para enterrar a los muertos debido a que nadie quería acercarse a las iglesias porque las réplicas de temblores continuaban. Había tres mil mulas y caballos muertos y pestíferos, reinando la desolación, el terror y el hambre, añade el Padre Lozano.

El mar, elevándose a una altura prodigiosa, cayó de modo horrible sobre el pueblo, tragándose los barcos grandes que había en el puerto y botando los pequeños por encima de las murallas y de las torres al otro lado del pueblo, arrojando a tierra las casas e iglesias y ahogando a todos los habitantes, de modo que quedó todo el Callao sin poderse distinguir donde se hallaba el pueblo, siendo siete mil el número de muertos, habiendo escapado sólo cien personas, es lo que cuenta el Padre Lozano.

En la carta del Padre Lozano, también se menciona que la Iglesia de San Agustín fue llevada en peso a la isla de San Lorenzo. El pánico en la población era tremendo y algo similar a lo que sucedió después del terremoto de 1687 volvió a ocurrir. Según el Padre Lozano, el último día de noviembre, un mes después del terremoto, a las cuatro y media de la tarde, mientras por las calles de Lima se llevaba a cabo la procesión con Nuestra Señora de las Mercedes, se levantó por toda la ciudad una gran gritería de que se había salido el mar y estaba cerca de Lima. Todos corrían desesperados por las calles, hasta las religiosas abandonaron sus claustros y huían con el pueblo hacia un lugar seguro, especialmente los cerros de San Cristóbal y San Bartolomé. Felizmente, sólo hubo una desgracia que lamentar por el pánico colectivo aquel, debido a la muerte de un jinete que cayó de su caballo mientras huía hacia un lugar seguro.

Un fenómeno comenzó a suceder después del terremoto de 1746, y era de que los sacerdotes crearon una especie de oratoria de los temblores ya que le decían a la población de que se encomienden a Dios y le confiesen sus pecados para que no vuelva a suceder una desgracia similar.

La ciudad de Lima supo levantarse de entre los escombros y salir adelante. En la actualidad, la población limeña le tiene mucho respeto a los temblores de octubre y tanto en las escuelas como muchos centros laborales se practican simulacros de terremotos para que en caso de que ocurra un movimiento telúrico, las pérdidas sean menores y el pánico no cunda en la población.


Dario Mejia
Melbourne, Australia
dariomejia999@yahoo.com.au

1 comentario:

Anónimo dijo...

me parece espeluznante todo lo que ocurrio quizas sea por que justo es el mes en que se adora un idolo de barro cargado en un anda de oro y plata , dios esta en los cielos y en nuestros corazones y no en una estatua gloria a dios.