El Vals que vino de Viena
El mes de octubre siempre significó mucho para mí, quizás, por que octubre es un mes de tradiciones donde una de ellas es la celebración del Día de la Canción Criolla. Es por ello que en este mes se empiezan a escuchar más los valses, que es lo que más identifica a la música criolla. Valses con sabor a Fiesta del Señor de los Milagros. Valses que llevan el gusto de la mazamorra morada, el aroma de los anticuchos, la dulzura de los picarones, la miel de los turrones y el suspiro de la limeña. Valses que hacen bailar en el cielo a Santa Rosa de Lima con San Martín de Porres. Valses que tienen el salero que heredaron de esa gente morena de Malambo. Valses con partida peruana que registró el maestro Pinglo en los Barrios Altos. Valses que Chabuca Granda, Manuel Raygada, Eduardo Márquez Talledo, Adrián Flores y otros grandes inmortalizaron por el mundo. Valses que nos alegran el corazón, nos hacen recordar y hasta una lágrima soltar cuando nos llegan al alma. Así son los valses que nos representan ante el mundo y que nos hacen sentir orgullosos de nuestra música peruana.
El vals que llegó al Perú en el siglo XIX sufrió transformaciones en su ejecución y forma de bailar a través de los años. Actualmente tiene identidad peruana, bien definida, como fue el deseo del maestro Felipe Pinglo. Pero los primeros valses que empezaron a escucharse en Lima fueron los que llegaron de Viena en el siglo XIX, y ese estilo tuvieron los primeros valses que nacieron en el Perú.
Si muy bien el vals vienés empezó a hacerse popular, en Europa, a fines del siglo XVIII, fue recién en el siglo XIX cuando el vals vienés alcanzó su consagración máxima con Johann Strauss padre (1804-1849) y Josef Lanner (1801-1843) a quienes consideran los creadores del vals. Estos dos músicos eran contemporáneos y llegaron a ser miembros de una misma orquesta, siendo cada composición de ellos tan maravillosa que la prensa les dedicaba páginas enteras cada vez que tocaban un nuevo vals. Pero, Johann Strauss hijo (1825-1899) sería considerado como "El rey del vals" y contribuiría a hacerlo más popular por el mundo, sobre todo, con su vals "El Danubio Azul" (1867).
Su llegada a Lima
La historia de la música criolla en sus inicios es algo confusa y la del vals no escapa a ello. Diversos estudiosos e investigadores de nuestra música coinciden en que el vals de Viena llegó a Lima en 1850. Sin embargo, he podido encontrar algunos datos que demuestran que en el año de 1850, el vals ya era popular en los elegantes y grandes salones de Lima.
El insigne escritor y poeta José Gálvez escribió en 1930 "Nuestra pequeña historia", manifestando él que lo hacía sin ninguna pretensión. Aquella obra de Gálvez es hecha en base a algunas curiosidades aparecidas en "El Comercio" de Lima. Son más que todo reproducciones resumidas de "El Comercio" de detalles curiosos, avisos y noticias, sin importancia aparente, que aparecieron en algunas de sus ediciones desde su fundación en 1839, las décadas del 40, 50 y parte del 60 del siglo XIX. Como Gálvez lo señala, esos datos quizás le puedan ser de utilidad a quienes les guste investigar sobre la historia de la medicina, costumbres u otros. Más que todo el libro aquel está lleno de fechas que pienso, era completamente diferente al tipo de escritos que su público estaba acostumbrado a leer y por ello, quizás, pasó desapercibido. Sin embargo, allí estaban las pistas, por medio de avisos mayormente, que nos demuestran la existencia del vals en Lima años antes del mencionado 1850.
Hay que tener presente de que poco antes de mediados del siglo XIX, a pesar de no estar muy avanzadas las comunicaciones ni medios de transporte, de todas maneras todas las modas, incluidas las ideas, no tardaban tanto en llegar a Lima, como se supone.
En las ediciones No. 3487, 3488 y 3489 de febrero de 1851 del periódico "El Comercio" de Lima, se reproduce la célebre carta sobre Lima que el notable escritor chileno Victorino Lastarria dirigió el 6 de enero de 1851 al entonces militar Bartolomé Mitre, quien posteriormente sería Presidente de Argentina. En dicha carta, Victorino Lastarria describe Lima y entre otras cosas menciona la gracia dominante de la Tapada llena de espiritualidad que iba ya cediendo a la tiranía de las modas extranjeras, como se iba perdiendo la zambacueca, el maicito, el Don Mateo y la Zambalandó. Lastarria ruega porque las limeñas mantengan la tradición. Describe luego los grandes salones elegantes del presidente de la república, del Mariscal La Fuente, del señor Armero, en los que alternan la polka, el vals y la cuadrilla, se oyen las melodías de Bellini y Donizetti y se aspira ámbar y flores.
Según la descripción de Lima de Victorino Lastarria, de inicios de 1851, el vals ya estaba metido en los salones elegantes de Lima por el año 1850. Aquello se demuestra también con el aviso aparecido en la edición No. 2469 de setiembre de 1847 de "El Comercio", donde el maestro de arte coreográfico Isidoro Navarro anuncia tener en su repertorio de "bailes serios de sala": la galopa rusa, el nuevo gabotín, la mazurka, la polka doble y sencilla, las cuadrillas a la polka, a la krakoviana, a la talismán, a la segunda tanda, el rigodón peruano compuesto por el propio Navarro con el título de 'Alemanas de las ninfas del Rímac', los valses de moda de cuatro y más clases, las contradanzas sencillas y dobles. En materia de bailes sueltos enseñaba: el ondú de la marrúa, el pas de deux, el minué escocés, la krakoviana, el solo inglés, el jaleo de Jerez, la cachucha nueva de tripilí, la jota aragonesa, el cosaco, las boleras de la jota, del Clito, del chocolate, de la cachucha, de la condición, de las sevillanas, las boleras afandagadas y hasta el quema monte. ¡Qué tal repertorio el del maestro aquel!
Un aviso publicado en la edición No. 1832 del 16 de julio de 1845 de "El Comercio" dice que en la tienda del "Tigre" de la Calle de Mercaderes se vendían además de métodos para aprender toda clase de instrumentos, las últimas obras para piano de Herz (pianista que compuso el vals "A Lima" años después), Hunten, Dohler, Czerny, Tholberg, Strauss, y las óperas Norma, Semíramis, Lucía, Romeo y Julieta, Elixir de Amor, Puritani, Barbero, etc.
Pero otro aviso interesante, al que habría que prestarle bastante atención, es el que publicó el profesor de baile Francisco Coyar en la edición No. 210 del 21 de enero de 1840 de "El Comercio", donde el mencionado profesor enseña los bailes de moda que eran la Gavota con minuet y vals, la Pieza inglesa, las Cuadrillas, el Rigodón con galopa, la Contradanza, las Boleras de todas clases y la Cachucha.
Por las publicaciones de "El Comercio", indirectamente, vemos que el vals ya estuvo en Lima antes de 1850. Aunque desconozco gran parte de los otros bailes nombrados, algunos ya desaparecidos, el nombrarlos nos da cierta idea de lo que se bailaba en los salones elegantes de Lima en la primera mitad del siglo XIX. También nos hace suponer que el vals de Viena, posiblemente, haya entrado a Lima a fines de la década de los 1830's. Pienso que habría que investigar un poco más sobre el asunto en crónicas de la época y publicaciones de ese entonces, diferentes a "El Comercio" ya que dicho periódico fue fundado recién el 4 de mayo de 1839. Recomendaría, sí, que no sólo se busque la información directa, sino que también la indirecta.
Los valses peruanos
Uno de los problemas de las primeras composiciones peruanas populares es que se transmitieron a través de la tradición oral. Es por ello que muchas de ellas se han perdido y no podemos saber, con exactitud, que ritmo tenían y si los valses, por ejemplo, llevaban algo de ese sabor criollo que tienen los valses actuales.
Aurelio Collantes en su "Documental de la Canción Criolla", Lima 1972, dice que el pianista austriaco Herz (Heinrich o Henri) fue el primer embajador del vals vienés por la década de 1850, ofreciendo varios conciertos en el desaparecido teatrín "Variedades" de la Calle de Espaderos, actual quinta cuadra del Jr. de la Unión. Collantes también señala de que en la segunda visita de Herz a nuestra ciudad capital, éste compuso el vals "A Lima" que fue editado por la Casa Musical Ricordi de Italia. Pero en 1871 surge la figura de Angélica Palacios, autora nacional, con el vals "Vespertino".
Habría que mencionar también lo que Manuel Zanutelli cuenta en su libro "Canción Criolla: Memoria de lo nuestro", Lima 1999, sobre "Veladas literarias de Lima" (1876-1877) de Juana Manuela Gorriti que fue impreso en Buenos Aires en 1892. Allí se menciona que en las veladas literarias que se organizaban en la casa, en Lima, de Juana Manuela Gorriti, en julio de 1876 la señora Rosa Ortiz de Zevallos de Raborg ejecutó al piano los valses "28 de julio" y "Tú y yo" que le pertenecían. Se menciona también un vals "Venus", pero no se especifica a quien pertenecía. En agosto del mismo año la Srta. Ubalda Plasencia dio a conocer su vals "El incógnito". Entre los asistentes a esas veladas literarias se contaban: Mercedes Cabello de Carbonera, Abelardo Gamarra, Ricardo Palma, José Arnaldo Márquez, Teobaldo Elías Corpacho y otros.
El escritor costumbrista Ismael Portal en su obra "Del pasado limeño", Lima 1932, menciona que: "(...) un buen día saltó valeroso a la palestra, y triunfó también, el célebre vals de Pease, nacional hasta la médula, 'Recuerdos de Lima' que a todos nos cautivó por muchos años y rindió muy apreciables utilidades a su simpático inspirado autor; pues las ediciones se agotaban pronto, a causa de los pedidos que se hacían de toda la república y del extranjero". El vals de Walter Pease también ha sido nombrado por Abelardo Gamarra y Jorge Basadre, habiendo aparecido durante la Guerra del Pacífico.
En 1884 el poeta Juan Francisco Ezeta estrena su vals "Ecos del alma". Clemente Padilla da a conocer el vals "Inspiración" en 1885. Ese mismo año se estrena el vals "Tus suspiros" de Emilio Amézaga.
Después vendría el vals "El Silencio" del maestro Salazar que se lo dedicó a Francisco Mendoza Barrera y su familia para que solamente ellos lo tuvieran. Pero dicho vals no podía quedarse guardado, así que fue dado a conocer públicamente y, años después, alguien le puso letra y lo grabaron como "Quejas", apareciendo otro autor; es lo que cuenta Collantes. Después por los años 1890 vendría a Lima el músico francés Emilio Baltoffel, desterrado por motivos políticos, quien dejaría el vals "Dolores".
Esos valses lo único que tenían de peruano eran los bailarines ya que la melodía y los pasos eran vieneses. Y es que aún no participa el pueblo que venía almacenando un inmenso sentimiento; es lo que señala Don Manuel Acosta Ojeda en su artículo "Valse... viene de Viena" aparecido en el libro "Antología de la Música Peruana" de Jorge Donayre y Lorenzo Villanueva, Lima 1987.
El primer vals con letra, "Angel hermoso", se escuchaba a inicios del siglo XX, aunque había sido creado en Arequipa en el año de 1885 con letra de Abelardo Gamarra "El Tunante" y música de su prima Zoila Gamarra. En el año de 1909 se publicó en el semanario "Integridad", que dirigía Abelardo Gamarra, la historia de como nació ese vals. En cierta ocasión Abelardo Gamarra "El Tunante" fue a pasar una temporada a la ciudad de Arequipa (1885), donde unas primas. Una de ellas, una rubia muy hermosa y eximia pianista invitó al poeta a improvisar una letrilla. "El Tunante", que se hallaba en los altos de la casa, en menos de un santiamén compuso la letra y arrojándola por la ventana le dijo a su prima: "Niña recibe esta paloma". La prima, Zoila Gamarra, le puso música y nació así el vals que es conocido como el primero con letra, "Angel hermoso".
Si muy bien los primeros valses creados en el Perú, que bailaba la clase alta y parte de la media en los elegantes salones, tenían el estilo de Viena, el estilo jaranero que tiene el vals criollo, o vals peruano, se logró después y fue producto del alma de la gente y el piso de tierra. Fue el resultado de la creación, inspiración, sentimiento y capacidad de improvisación que tiene, y ha tenido, el peruano. El vals fue llevado a los callejones por los criados de las casas elegantes y en su piso de tierra el peruano pobre, negros y cholos mayormente, lo acondicionó a su realidad, le puso su salero, su picardía, su ritmo y le dio identidad peruana. El criollo de los callejones volcó a través de versos y notas musicales sus vivencias, alegrías, amoríos, creencias, deseos, frustraciones, tristezas, triunfos, tradiciones, costumbres y pensamiento político, para crear hermosas composiciones que vendrían a resaltar nuestro cancionero popular y que identificarían al vals peruano ante el mundo, como lo deseó el maestro Felipe Pinglo, quien vendría a darle otra dimensión.
Angel hermoso
(Vals Peruano)
Letra de Abelardo Gamarra
Música de Zoila Gamarra
Angel hermoso a quien amar juré,
prenda querida que en mi mente estás,
paloma pura cuyo vuelo alcé,
dime ¿por qué no me amas ya?
Si en adorarte mi existir cifré,
si en pos de ti mi pensamiento va,
si gloria y nombre para ti busqué,
dime ¿por qué no me amas ya?
Dime a quién debo consagrar mi amor,
dime ¿a qué aspiro si la fe perdí?
el mundo entero y el placer mayor,
marchita flor, marchita flor será sin ti.
Un canto pides de placer mayor,
a mí que arrastro un existir sombrío,
¿quieres acaso con el llanto mío
entristecer, entristecer mi corazón?
Dario Mejia
Melbourne, Australia
dariomejia999@yahoo.com.au
El mes de octubre siempre significó mucho para mí, quizás, por que octubre es un mes de tradiciones donde una de ellas es la celebración del Día de la Canción Criolla. Es por ello que en este mes se empiezan a escuchar más los valses, que es lo que más identifica a la música criolla. Valses con sabor a Fiesta del Señor de los Milagros. Valses que llevan el gusto de la mazamorra morada, el aroma de los anticuchos, la dulzura de los picarones, la miel de los turrones y el suspiro de la limeña. Valses que hacen bailar en el cielo a Santa Rosa de Lima con San Martín de Porres. Valses que tienen el salero que heredaron de esa gente morena de Malambo. Valses con partida peruana que registró el maestro Pinglo en los Barrios Altos. Valses que Chabuca Granda, Manuel Raygada, Eduardo Márquez Talledo, Adrián Flores y otros grandes inmortalizaron por el mundo. Valses que nos alegran el corazón, nos hacen recordar y hasta una lágrima soltar cuando nos llegan al alma. Así son los valses que nos representan ante el mundo y que nos hacen sentir orgullosos de nuestra música peruana.
El vals que llegó al Perú en el siglo XIX sufrió transformaciones en su ejecución y forma de bailar a través de los años. Actualmente tiene identidad peruana, bien definida, como fue el deseo del maestro Felipe Pinglo. Pero los primeros valses que empezaron a escucharse en Lima fueron los que llegaron de Viena en el siglo XIX, y ese estilo tuvieron los primeros valses que nacieron en el Perú.
Si muy bien el vals vienés empezó a hacerse popular, en Europa, a fines del siglo XVIII, fue recién en el siglo XIX cuando el vals vienés alcanzó su consagración máxima con Johann Strauss padre (1804-1849) y Josef Lanner (1801-1843) a quienes consideran los creadores del vals. Estos dos músicos eran contemporáneos y llegaron a ser miembros de una misma orquesta, siendo cada composición de ellos tan maravillosa que la prensa les dedicaba páginas enteras cada vez que tocaban un nuevo vals. Pero, Johann Strauss hijo (1825-1899) sería considerado como "El rey del vals" y contribuiría a hacerlo más popular por el mundo, sobre todo, con su vals "El Danubio Azul" (1867).
Su llegada a Lima
La historia de la música criolla en sus inicios es algo confusa y la del vals no escapa a ello. Diversos estudiosos e investigadores de nuestra música coinciden en que el vals de Viena llegó a Lima en 1850. Sin embargo, he podido encontrar algunos datos que demuestran que en el año de 1850, el vals ya era popular en los elegantes y grandes salones de Lima.
El insigne escritor y poeta José Gálvez escribió en 1930 "Nuestra pequeña historia", manifestando él que lo hacía sin ninguna pretensión. Aquella obra de Gálvez es hecha en base a algunas curiosidades aparecidas en "El Comercio" de Lima. Son más que todo reproducciones resumidas de "El Comercio" de detalles curiosos, avisos y noticias, sin importancia aparente, que aparecieron en algunas de sus ediciones desde su fundación en 1839, las décadas del 40, 50 y parte del 60 del siglo XIX. Como Gálvez lo señala, esos datos quizás le puedan ser de utilidad a quienes les guste investigar sobre la historia de la medicina, costumbres u otros. Más que todo el libro aquel está lleno de fechas que pienso, era completamente diferente al tipo de escritos que su público estaba acostumbrado a leer y por ello, quizás, pasó desapercibido. Sin embargo, allí estaban las pistas, por medio de avisos mayormente, que nos demuestran la existencia del vals en Lima años antes del mencionado 1850.
Hay que tener presente de que poco antes de mediados del siglo XIX, a pesar de no estar muy avanzadas las comunicaciones ni medios de transporte, de todas maneras todas las modas, incluidas las ideas, no tardaban tanto en llegar a Lima, como se supone.
En las ediciones No. 3487, 3488 y 3489 de febrero de 1851 del periódico "El Comercio" de Lima, se reproduce la célebre carta sobre Lima que el notable escritor chileno Victorino Lastarria dirigió el 6 de enero de 1851 al entonces militar Bartolomé Mitre, quien posteriormente sería Presidente de Argentina. En dicha carta, Victorino Lastarria describe Lima y entre otras cosas menciona la gracia dominante de la Tapada llena de espiritualidad que iba ya cediendo a la tiranía de las modas extranjeras, como se iba perdiendo la zambacueca, el maicito, el Don Mateo y la Zambalandó. Lastarria ruega porque las limeñas mantengan la tradición. Describe luego los grandes salones elegantes del presidente de la república, del Mariscal La Fuente, del señor Armero, en los que alternan la polka, el vals y la cuadrilla, se oyen las melodías de Bellini y Donizetti y se aspira ámbar y flores.
Según la descripción de Lima de Victorino Lastarria, de inicios de 1851, el vals ya estaba metido en los salones elegantes de Lima por el año 1850. Aquello se demuestra también con el aviso aparecido en la edición No. 2469 de setiembre de 1847 de "El Comercio", donde el maestro de arte coreográfico Isidoro Navarro anuncia tener en su repertorio de "bailes serios de sala": la galopa rusa, el nuevo gabotín, la mazurka, la polka doble y sencilla, las cuadrillas a la polka, a la krakoviana, a la talismán, a la segunda tanda, el rigodón peruano compuesto por el propio Navarro con el título de 'Alemanas de las ninfas del Rímac', los valses de moda de cuatro y más clases, las contradanzas sencillas y dobles. En materia de bailes sueltos enseñaba: el ondú de la marrúa, el pas de deux, el minué escocés, la krakoviana, el solo inglés, el jaleo de Jerez, la cachucha nueva de tripilí, la jota aragonesa, el cosaco, las boleras de la jota, del Clito, del chocolate, de la cachucha, de la condición, de las sevillanas, las boleras afandagadas y hasta el quema monte. ¡Qué tal repertorio el del maestro aquel!
Un aviso publicado en la edición No. 1832 del 16 de julio de 1845 de "El Comercio" dice que en la tienda del "Tigre" de la Calle de Mercaderes se vendían además de métodos para aprender toda clase de instrumentos, las últimas obras para piano de Herz (pianista que compuso el vals "A Lima" años después), Hunten, Dohler, Czerny, Tholberg, Strauss, y las óperas Norma, Semíramis, Lucía, Romeo y Julieta, Elixir de Amor, Puritani, Barbero, etc.
Pero otro aviso interesante, al que habría que prestarle bastante atención, es el que publicó el profesor de baile Francisco Coyar en la edición No. 210 del 21 de enero de 1840 de "El Comercio", donde el mencionado profesor enseña los bailes de moda que eran la Gavota con minuet y vals, la Pieza inglesa, las Cuadrillas, el Rigodón con galopa, la Contradanza, las Boleras de todas clases y la Cachucha.
Por las publicaciones de "El Comercio", indirectamente, vemos que el vals ya estuvo en Lima antes de 1850. Aunque desconozco gran parte de los otros bailes nombrados, algunos ya desaparecidos, el nombrarlos nos da cierta idea de lo que se bailaba en los salones elegantes de Lima en la primera mitad del siglo XIX. También nos hace suponer que el vals de Viena, posiblemente, haya entrado a Lima a fines de la década de los 1830's. Pienso que habría que investigar un poco más sobre el asunto en crónicas de la época y publicaciones de ese entonces, diferentes a "El Comercio" ya que dicho periódico fue fundado recién el 4 de mayo de 1839. Recomendaría, sí, que no sólo se busque la información directa, sino que también la indirecta.
Los valses peruanos
Uno de los problemas de las primeras composiciones peruanas populares es que se transmitieron a través de la tradición oral. Es por ello que muchas de ellas se han perdido y no podemos saber, con exactitud, que ritmo tenían y si los valses, por ejemplo, llevaban algo de ese sabor criollo que tienen los valses actuales.
Aurelio Collantes en su "Documental de la Canción Criolla", Lima 1972, dice que el pianista austriaco Herz (Heinrich o Henri) fue el primer embajador del vals vienés por la década de 1850, ofreciendo varios conciertos en el desaparecido teatrín "Variedades" de la Calle de Espaderos, actual quinta cuadra del Jr. de la Unión. Collantes también señala de que en la segunda visita de Herz a nuestra ciudad capital, éste compuso el vals "A Lima" que fue editado por la Casa Musical Ricordi de Italia. Pero en 1871 surge la figura de Angélica Palacios, autora nacional, con el vals "Vespertino".
Habría que mencionar también lo que Manuel Zanutelli cuenta en su libro "Canción Criolla: Memoria de lo nuestro", Lima 1999, sobre "Veladas literarias de Lima" (1876-1877) de Juana Manuela Gorriti que fue impreso en Buenos Aires en 1892. Allí se menciona que en las veladas literarias que se organizaban en la casa, en Lima, de Juana Manuela Gorriti, en julio de 1876 la señora Rosa Ortiz de Zevallos de Raborg ejecutó al piano los valses "28 de julio" y "Tú y yo" que le pertenecían. Se menciona también un vals "Venus", pero no se especifica a quien pertenecía. En agosto del mismo año la Srta. Ubalda Plasencia dio a conocer su vals "El incógnito". Entre los asistentes a esas veladas literarias se contaban: Mercedes Cabello de Carbonera, Abelardo Gamarra, Ricardo Palma, José Arnaldo Márquez, Teobaldo Elías Corpacho y otros.
El escritor costumbrista Ismael Portal en su obra "Del pasado limeño", Lima 1932, menciona que: "(...) un buen día saltó valeroso a la palestra, y triunfó también, el célebre vals de Pease, nacional hasta la médula, 'Recuerdos de Lima' que a todos nos cautivó por muchos años y rindió muy apreciables utilidades a su simpático inspirado autor; pues las ediciones se agotaban pronto, a causa de los pedidos que se hacían de toda la república y del extranjero". El vals de Walter Pease también ha sido nombrado por Abelardo Gamarra y Jorge Basadre, habiendo aparecido durante la Guerra del Pacífico.
En 1884 el poeta Juan Francisco Ezeta estrena su vals "Ecos del alma". Clemente Padilla da a conocer el vals "Inspiración" en 1885. Ese mismo año se estrena el vals "Tus suspiros" de Emilio Amézaga.
Después vendría el vals "El Silencio" del maestro Salazar que se lo dedicó a Francisco Mendoza Barrera y su familia para que solamente ellos lo tuvieran. Pero dicho vals no podía quedarse guardado, así que fue dado a conocer públicamente y, años después, alguien le puso letra y lo grabaron como "Quejas", apareciendo otro autor; es lo que cuenta Collantes. Después por los años 1890 vendría a Lima el músico francés Emilio Baltoffel, desterrado por motivos políticos, quien dejaría el vals "Dolores".
Esos valses lo único que tenían de peruano eran los bailarines ya que la melodía y los pasos eran vieneses. Y es que aún no participa el pueblo que venía almacenando un inmenso sentimiento; es lo que señala Don Manuel Acosta Ojeda en su artículo "Valse... viene de Viena" aparecido en el libro "Antología de la Música Peruana" de Jorge Donayre y Lorenzo Villanueva, Lima 1987.
El primer vals con letra, "Angel hermoso", se escuchaba a inicios del siglo XX, aunque había sido creado en Arequipa en el año de 1885 con letra de Abelardo Gamarra "El Tunante" y música de su prima Zoila Gamarra. En el año de 1909 se publicó en el semanario "Integridad", que dirigía Abelardo Gamarra, la historia de como nació ese vals. En cierta ocasión Abelardo Gamarra "El Tunante" fue a pasar una temporada a la ciudad de Arequipa (1885), donde unas primas. Una de ellas, una rubia muy hermosa y eximia pianista invitó al poeta a improvisar una letrilla. "El Tunante", que se hallaba en los altos de la casa, en menos de un santiamén compuso la letra y arrojándola por la ventana le dijo a su prima: "Niña recibe esta paloma". La prima, Zoila Gamarra, le puso música y nació así el vals que es conocido como el primero con letra, "Angel hermoso".
Si muy bien los primeros valses creados en el Perú, que bailaba la clase alta y parte de la media en los elegantes salones, tenían el estilo de Viena, el estilo jaranero que tiene el vals criollo, o vals peruano, se logró después y fue producto del alma de la gente y el piso de tierra. Fue el resultado de la creación, inspiración, sentimiento y capacidad de improvisación que tiene, y ha tenido, el peruano. El vals fue llevado a los callejones por los criados de las casas elegantes y en su piso de tierra el peruano pobre, negros y cholos mayormente, lo acondicionó a su realidad, le puso su salero, su picardía, su ritmo y le dio identidad peruana. El criollo de los callejones volcó a través de versos y notas musicales sus vivencias, alegrías, amoríos, creencias, deseos, frustraciones, tristezas, triunfos, tradiciones, costumbres y pensamiento político, para crear hermosas composiciones que vendrían a resaltar nuestro cancionero popular y que identificarían al vals peruano ante el mundo, como lo deseó el maestro Felipe Pinglo, quien vendría a darle otra dimensión.
Angel hermoso
(Vals Peruano)
Letra de Abelardo Gamarra
Música de Zoila Gamarra
Angel hermoso a quien amar juré,
prenda querida que en mi mente estás,
paloma pura cuyo vuelo alcé,
dime ¿por qué no me amas ya?
Si en adorarte mi existir cifré,
si en pos de ti mi pensamiento va,
si gloria y nombre para ti busqué,
dime ¿por qué no me amas ya?
Dime a quién debo consagrar mi amor,
dime ¿a qué aspiro si la fe perdí?
el mundo entero y el placer mayor,
marchita flor, marchita flor será sin ti.
Un canto pides de placer mayor,
a mí que arrastro un existir sombrío,
¿quieres acaso con el llanto mío
entristecer, entristecer mi corazón?
Dario Mejia
Melbourne, Australia
dariomejia999@yahoo.com.au
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