sábado, setiembre 09, 2006

Bandidos y la Musa popular

Bandidos y la musa popular

La musa popular, algunas veces, ha convertido en leyenda a personajes perseguidos por la justicia, ya sea que éstos hayan sido perseguidos justa o injustamente. Algunos de estos personajes, especialmente los que se ganaron el apoyo y cariño del pueblo, han sido posteriormente reivindicados por el pueblo que vio en ellos no un bandolero sino un protector de los pobres y desamparados.

Se cuenta que estos bandoleros antiguos, que se ganaron el cariño del pueblo, eran una especie de tipos románticos por lo que los asaltados, que era la gente rica, no tenían tanto temor por el dinero y riquezas que les puedan robar, sino por que les roben sus mujeres. Es por ello que antiguamente se solía escuchar:

Bandido, facineroso
que robas por los caminos,
róbame las arracadas,
no me robes el cariño...

Una calle antigua de Lima llevaba el nombre de un temido bandolero. Este personaje debió haber sido bastante célebre para que haya logrado hacer que las autoridades, aunque más parece haya sido el pueblo, le pongan su nombre a dos de las calles más concurridas de nuestra ciudad capital, en la actualidad, y también a una de las nueve Portadas que tenía la Muralla de Lima, la Portada de Juan Simón.

La Calle de Juan Simón, actual onceava cuadra del Jr. de la Unión, y la Calle Portada de Juan Simón, actual primera cuadra de la Av. Bolivia, llevaban el nombre del bandolero aquel. Allí terminaba la ciudad de Lima a mediados del siglo XIX.

El Canto de Luis Pardo

A fines de la primera década del siglo XX se cantaba un vals, "Luis Pardo" o "La Andarita", que relataba las aventuras y desventuras de un personaje que en vida fue perseguido, abusado y difamado por las autoridades corruptas de su época, a quien ellos consideraban un bandido. Según lo que se ha contado, a su padre lo mataron y ello fue la causa para que su madre falleciera de pena. Más tarde, Luis Pardo se rebeló contra los abusos e injusticia que se cometían contra el pueblo, es por ello que el pueblo ancashino lo reivindicó convirtiendo en una leyenda la vida y aventuras de quien, años más tarde, fue declarado "Hijo Ilustre y Benefactor de los Pobres" y hasta tenga un busto en su pueblo natal.

Luis Pardo Novoa nació el 19 de agosto de 1874 en la Hacienda "Pancal", de su padre, en el pueblo de Chiquián, Provincia de Bolognesi, Ancash. Su dulce "Andarita" no fue su legítima esposa, sino una pastorita del lugar, muy hermosa, a quien Pardo "raptó" y con quien se fue a vivir en una humilde cabaña. Hay que tener en cuenta que antiguamente solían llamar "raptar" a una mujer cuando ésta se escapaba con alguien. Su "Flor del Monte" o su "Andarita" falleció al dar a luz su primer hijo y ello deprimió mucho a Luis Pardo. La "Andarita" es una flor silvestre del noroeste del Perú, cuyo tallo es de color gris y capullo de pétalos guinda con aroma a cedrón y jazmín.

Luis Pardo murió abaleado el 5 de enero de 1909 por una tropa de 50 miembros del ejército, aunque, como toda leyenda del pueblo, también se cuentan otras versiones sobre como fue su muerte. Con el pasar de los años, se han tejido muchas historias con respecto a Luis Pardo, algunas de las cuales nunca ocurrieron, pero ello siempre pasa cuando alguien se convierte en una especie de leyenda.

El 23 de setiembre de 1909 se publicó, por primera vez, en el semanario "Integridad", que dirigía Abelardo Gamarra "El Tunante", un envío anónimo que recibió dicho semanario. Se trataba de un poema que constaba de once décimas, "El Canto de Luis Pardo". Estas décimas contaban la vida de Luis Pardo, la muerte de sus padres y la de su "Andarita", así como también narraba sus pesares y el porqué se rebeló contra las autoridades. Se sabía de la producción poética de Luis Pardo, por lo que se presume que dichas décimas fueron escritas por él.

Se ha contado también de que el papel que contenía "El Canto de Luis Pardo" fue encontrado en el banco de una plazuela por un desconocido y que éste le fue entregado a Gamarra. Hay mucha controversia con respecto al origen del papel conteniendo las once décimas, como lo hay con la vida misma de Luis Pardo.

Otro rumor que también circuló por las calles de Lima es de que la letra de "El Canto de Luis Pardo" fue escrita por el poeta Leonidas Yerovi. Pero, de haber sido él quien escribió dichas décimas, las hubiese publicado en la revista semanal "Actualidades", donde él escribía. Dicha revista quedaba en la Calle de Matajudíos, actual primera cuadra del Jr. Ocoña. El hecho es que no hay pruebas contundentes sobre quien fue el verdadero autor de dichas décimas, por lo que se considera de autor anónimo, aunque algunos se lo atribuyen a Abelardo Gamarra.

Se adaptaron las estrofas primera, quinta, novena y última, para crear el hermoso vals "Luis Pardo", conocido también como "La Andarita", que se cantó mucho por inicios del siglo XX. Se le atribuye la letra de dicho vals a Abelardo Gamarra "El Tunante" y la música a Justo Arredondo. Pero se debe hacer notar de que ni Gamarra ni Arredondo lo firmaron cuando dicho vals empezó a aparecer en los cancioneros de esa época. Se dice que el vals era de ellos, pero que omitieron firmarlo por ser una composición rebelde; deduciéndose que querían evitarse problemas. Se sabía también de la gran amistad que había entre Gamarra y Arredondo quienes, incluso, ya habían dado a conocer varias canciones con letra de Gamarra y música de Arredondo. Lo cierto es que Gamarra, al no firmar nada, sin querer hizo que la gente especulara sobre el origen del papel y del vals en sí, lo cual es un verdadero misterio hasta nuestros días, a pesar de que algunos se lo otorguen a Gamarra.

Con el correr del tiempo, los versos del vals "Luis Pardo" o "La Andarita", de Gamarra y Arredondo, fueron cambiados, en parte, por los intérpretes, por lo que se puede encontrar ligeras diferencias en la versión antigua y la que se canta actualmente. Pero se debe tener en cuenta que hay otros dos valses más que circularon por aquellos años y llevan el mismo nombre "Luis Pardo". También hay una chuscada que lleva el nombre "Luis Pardo" y que Julio Sotelo escribiera en 1911.

Si muy bien el vals "Luis Pardo" o "La Andarita", de Gamarra y Arredondo, formó parte del repertorio de casi todos los intérpretes, la grabación que hizo el conjunto "Fiesta Criolla" fue un gran éxito. Otros grupos o solistas también la grabarían después, como "Los Chamas".

Las otras versiones de "Luis Pardo" no llegaron a tener el éxito que alcanzó la versión de Gamarra y Arredondo. Sin embargo, nos demuestran la trascendencia que tuvo el personaje aquel en el pueblo que hizo que éste le dedicara varias de sus composiciones. Tengo todas las versiones aquellas, pero por razones de espacio y tiempo solamente voy a compartir la versión original de "El Canto de Luis Pardo" que publicara el semanario "Integridad" en el año de 1909; también porque, a pesar de todas las versiones que aparecieron después, este poema, compuesto de once décimas, es el más bello que le hizo la musa popular a Luis Pardo.


El Canto de Luis Pardo
Autor Anónimo

Ven acá mi compañera;
ven tú, mi dulce andarita,
tú sola, sola, solita,
que me traes la quimera
de aquella mi edad primera,
que en el campo deslizada,
junto a mi madre amada
y de mi padre querido,
era semejante al nido
que hace el ave en la enramada.

Ven, consuela al solitario
que por jalcas y oconales,
sin hallar fin a sus males,
va arrastrando su calvario.
Fue el destino temerario
al empujarme inclemente,
como por rauda pendiente,
desde lo alto del peñón
se desgaja algún pedrón
que rueda y cae inconsciente.

A mi padre lo mataron,
mi madre murió de pena;
ella, tan buena, ¡tan buena!
¡Ellos que tanto me amaron!
Con ambos me arrebataron
lo más que en el mundo quise.
Pero aún la suerte me dice:
"Ama, adora a una mujer",
que hube también de perder...
pues nací para infelice.

De entonces, ¿qué hube de hacer?
Odiar a los que me odiaron;
matar a los que mataron
lo que era el ser de mi ser;
en torno mío no ver
sino la maldad humana;
esa maldad cruel, insana,
que con el débil se estrella,
que al desvalido atropella
y de su crimen se ufana.

Por eso yo quiero al niño;
por eso yo amo al anciano;
y al pobre indio, que es mi hermano,
le doy todo mi cariño.
No tengo el alma de armiño
cuando sé que se le explota;
toda mi cólera brota
para su opresor, me indigna
como la araña maligna
que sé aplastar con mi bota.

Yo aborrezco la injusticia;
yo quiero al que es desgraciado,
al que vive abandonado
sólo por torpe malicia;
yo maldigo la estulticia
de tanta gente menguada,
porque al fin de la jornada,
puesto que la vida es corta,
la vida a mí qué me importa
porque ¿qué es la vida? ¡Nada!

De mi provincia las peñas
y el viento de mis quebradas,
me delatan las pisadas
del que me busca en las breñas;
hasta las ramas son señas
que de la suerte merezco;
ni me asusta ni padezco
si alguien me mira altanero;
yo soy como el aguacero,
que al soplo del viento crezco.

Brama, brama, tempestad;
ruge, trueno, en el espacio,
¡Bendito sea el palacio
de la augusta Libertad!
Cielo, con tu inmensidad
vas mis pasos amparando.
El rayo me va alumbrando
si viene la noche oscura,
en medio de su negrura
para seguir caminando...

Llega la noche. En el cielo
salta la luna serena;
dentro del pecho mi pena
parece hallar un consuelo;
sobre el campo, blanco velo
se extiende, y como visión,
detrás de cada peñón
parece ver a mi amada,
que viene como escapada
a buscar mi corazón.

Cae la noche, en el cielo
surge la argentada luna,
triste como mi fortuna,
sola cual mi desconsuelo.
A su luz beso el pañuelo
que me dio a la despedida,
que en su llanto humedecida
besó ella con pasión loca
y que guarda de su boca
la huella siempre querida.

Y me persiguen, ¡traidores!
siempre fueron sin entrañas,
les espanta mis hazañas
que no son sino rencores.
¿Dónde están mis defensores?
Para mí, nadie es clemente;
nadie piensa, nadie siente,
¿Quieren matarme?, ¡en buena hora!
Que me maten si es la hora,
¡pero mátenme de frente!


Dario Mejia
Melbourne, Australia
dariomejia999@yahoo.com.au

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